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Negro panorama para los jóvenes

La mayoría de los consultados, de entre 25 y 50 años, creen que no van a cobrar una pensión en el futuro o que será más baja que la de sus padres

Transeuntes por las calles de Alicante. jose navarro

«Llevo ya 20 años trabajando y me veo así hasta los 70 porque creo que cuando me llegue el momento no voy a cobrar pensión». María Sanz tiene 40 años y ha trabajado en banca antes de pasarse al sector inmobiliario, donde lleva dos años empleada. Como ella, la mayoría de los profesionales consultados por este periódico ayer por las calles de Alicante tienen asumido que será difícil llegar a cobrar una pensión pese a estar trabajando y cotizando. El tema les preocupa y ven positivo el paso que han dado los mayores de movilizarse para exigir una subida en las pensiones que les permita llevar una «vida digna».

«El problema es que nuestra generación no se moviliza para nada, ni cuando nos suben la luz ni cuando nos dejen sin pensión», opina María, en lo que coincide con Mario Reig, encargado de escuelas de vela, que ironiza con que «aquí sólo nos movilizamos por el Mundial de fútbol, que aparte de la alegría del momento no nos reporta nada. Y las pensiones son nuestro futuro tras cotizar y pagar impuestos, deberíamos hacer algo».

De entrada, al preguntar a cualquier joven o de mediana edad si cree que cobrará una pensión cuando se jubile la respuesta es un «no» rotundo. La crisis de la que aún no se ha salido del todo, los bajos salarios y los contratos precarios sumados a la mayor esperanza de vida pintan un negro panorama. No obstante, hay quien apuesta por un cambio en el sistema de la Seguridad Social para hacerlo sostenible y también hay quien cree que el cambio «no será tan drástico como para no cobrar nada, aunque tengo claro que tocaremos a poco». Esto último lo afirma Johanan Schiller, un joven de 27 años que trabaja de croupier. «No creo que sea todo tan catastrófico, quiero pensar que algo cobraremos los que ahora somos jóvenes», añade.

Eso sí, la mayor parte de las personas en edad de trabajar parecen resignadas a cobrar una pensión menor de la que cobran sus padres si es que llegan a cobrarla.

«Yo creo que pensiones tan altas como las que se acercan a los 2.000 euros van a desaparecer, los jóvenes cada vez se incorporan más tarde al mercado laboral, cotizan menos años y con peores salarios», apunta una persona que prefiere mantener el anonimato, y que agrega que «realmente hay pensiones ridículas y esas sí que habría que subirlas».

El problema de los pensionistas es que se han encargado de ser el pilar sobre el que se han apoyado sus hijos en paro. «Yo lo veo, aquí las que vienen a comprar ropa son las abuelas porque así echan una mano a los hijos con los nietos, por no hablar de las que los tienen a comer todos los días, lo que se nota mucho en el gasto en comida», señala en su tienda de ropa para niños Eva Mascarell. «Yo creo que a estas alturas sólo los funcionarios creerán que van a cobrar cuando se jubilen, el Gobierno tiene que poner de su parte para solucionar este tema», comenta. En su caso además asegura tenerlo «aún más complicado al ser autónoma». «Para poder optar a una pensión digna debería pagar 600 euros al mes y eso es imposible», admite.

Otra de las cuestiones que unen a la mayor parte de los consultados en su desconfianza hacia los planes de pensiones privados. Prefieren ahorrar aunque les resulta difícil. «Precisamente a primera hora de la mañana estábamos varias compañeras hablando de este tema, de lo que nos quedará de pensión. Yo de momento he trabajado cinco años pero he cotizado tres», señala Coral Martínez, camarera de profesión y de 27 años. «Hago cursos para seguir formándome porque pese a que es un sector sacrificado a mí me gusta y la verdad es que he ido mejorando mis condiciones y ahora tengo un contrato normal, pero cuesta, y claro que me preocupa el futuro», dice. También de su sector es Alejandro Sánchez, cocinero que «siempre» encuentra trabajo en Benidorm en verano pero que en invierno viene a Alicante y sólo consigue contratos de media jornada. «Mi padre ya está sufriendo las consecuencias de la crisis y al ver lo que le quedaba de pensión aquí tras toda la vida trabajando se ha marchado a Francia a seguir para completar la paga», lamenta.

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