Tal día como hoy, en la víspera de Navidad de 1913, se perpetró una de las traiciones más relevantes de la historia económica. Como todos ustedes saben, los bancos centrales son instituciones cuya principal función consiste en preservar el valor de la moneda de cada país, y mantener la estabilidad de los precios. También está entre sus obligaciones velar por la solvencia del sistema financiero. Los países miembros de la UE han cedido este control al BCE, una institución de carácter público. Hasta aquí nada nuevo. Pero si les dijera que la institución que realiza las labores de banco central en Estados Unidos, la Reserva Federal (FED), es en realidad un entidad autónoma y privada, quizás les estoy dando un dato que desconocían.
El senador norteamericano Nelson Aldrich -vinculado a la familia Rockefeller- fue el promotor de la creación de un banco central privado que sustituyera al Bank of the United States, que era una entidad pública que dependía directamente del Departamento del Tesoro. El nuevo banco central estaría controlado por los más poderosos magnates. La propuesta de ley debía votarse en la Cámara. Para ello se convocó una reunión del Comité Parlamentario, organizada en plena madrugada (mientras dormían la mayoría de los miembros del Congreso) el 22 de diciembre de 1913. La ley fue votada y aprobada al día siguiente, a pesar de que muchos miembros del organismo habían partido para sus vacaciones de Navidad, y la mayoría de los que se quedaron no habían tenido el tiempo necesario para leerla o conocer su contenido. Y hasta hoy, donde la FED hace y deshace en las finanzas mundiales gracias al felón de Aldrich. El presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson admitió posteriormente que había cometido un terrible error, diciendo «Arruiné inconscientemente a mi país».
La traición, deslealtad o felonía, se ha convertido en algo banal. Eso de dar la palabra ya no tiene valor. Decir una cosa y hacer la contraria no es grave si se justifica. El felón es un experto justificador de todo y un consumado explicador. Su proliferación ha tenido consecuencias importantes en la gestión de las empresas, en sus negocios y en la relación con los empleados. Reconozcan que hace una década todo era más sencillo: uno se fiaba. Uno se fiaba de sus directivos, de sus proveedores? Ahora hay que prevenir cualquier incumplimiento o deslealtad. Esto se traduce en una complejidad exponencial. Redacción de contratos excesivos que recojan cualquier incidencia, o implementar sofisticados sistemas de control de gestión son algunos ejemplos. Seguro que le suena eso de llegar a un acuerdo verbal con algún cliente, y antes de llegar a la oficina recibir un mail con alguna matización sobre lo ya acordado, que solo tiene que ver con un tema de confianza, no con el tema principal.
Pero qué vamos a esperar si estamos en la era de la posverdad, donde la mentira es una herramienta de comunicación. Por eso, esta noche de cada año es especial, porque hoy celebramos que nace un Niño que es la auténtica y mayor verdad.
