A las cinco de la tarde de ayer llegaron los restos mortales de Juan Lladró al Tanatorio Municipal de València. Su viuda Lola y sus cuatro hijas; Rosa, Belén, y María Ángeles y Mari Luz, no estuvieron solas ni un momento. El afecto que le tenían amigos, compañeros del mundo empresarial y extrabajadores, se hizo patente y su capilla ardiente fue un ir y venir de personalidades de todos los ámbitos, quienes quisieron acercarse para mostrar sus condolencias a sus familiares.

La consellera de Justicia, Gabriela Bravo; Ricardo Císcar, fundador de la empresa de arroz Dacsa y gran amigo de Juan; Juan García Sentandreu, expresidente de Coalició Valenciana, formación política a la que estuvo muy ligado Lladró; así como miembros de la Real Acadèmia de Cultura Valenciana que presidió, también quisieron mostrar su apoyo a la familia. «Era como un segundo padre para mí, una buena persona allí donde las haya», destacaba visiblemente afectado Renaldo, su chófer, escolta y hombre de confianza durante 25 años. «Siempre iba a los viajes con él, era su paño de lágrimas, sabía que lo que me dijera quedaba entre nosotros», recuerda con el mismo cariño con el que dice guardar el libro de su biografía dedicado.

Fueron muchos los antiguos trabajadores de la empresa Lladró que se acercaron rememorando viejos tiempos en los que la familia, con Juan a la cabeza, llevó la marca valenciana por medio mundo. Así como periodistas, quienes no olvidan las inquietudes en el mundo de la comunicación de este emprendedor.