Pocas veces ha quedado tan claro que una cosa es la realidad y otra muy diferente lo que cada cual percibe subjetivamente. Según un estudio que han realizado la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), la Comunidad Valenciana es una de las autonomías españolas con peor nivel de bienestar objetivo, de acuerdo con sus indicadores de renta per cápita, tasa de pobreza, nivel educativo o de salud. Sin embargo, paradójicamente, sus residentes se encuentran entre los españoles que se declaran más satisfechos con el nivel de vida de que disfrutan, tan sólo superados por baleares, navarros y catalanes.

Toda una contradicción que los propios responsables del estudio tratan de explicar señalando que «la satisfacción con la vida depende tanto de 'lo que se tiene', como de 'lo que se espera'», y también de muchos factores inmateriales, como la percepción que se tiene de la salud de uno mismo o de las relaciones sociales. Aspectos en los que parecen destacar los valencianos.

Precisamente por eso, los catedráticos Carmen Herrero y Antonio Villar han seguido en su estudio la misma metodología que la OCDE para tratar de medir de forma objetiva el nivel de bienestar de las distintas autonomías. Para ello han comparado hasta 12 variables relacionadas con la riqueza material, la salud y la educación, a las que han asignado una puntuación de uno a cuatro y han realizado la media.

Es así como llegan a la conclusión de que vascos (con 43 puntos de 48 posibles), riojanos (43), navarros (42) y madrileños (41) son los españoles que objetivamente disfrutan de un mejor nivel de vida en todo el país, mientras que el furgón de cola lo ocupan canarios (con 17 puntos); andaluces (17), murcianos (22), extremeños (24), castellano-manchegos (24) y valencianos (27), todos ellos con puntuaciones por debajo de la media.

En el caso de la Comunidad, los peores resultados los obtiene en los indicadores sobre bienestar material. La autonomía presenta una renta media por unidad de consumo inferior a la del resto del país -con menos de 14.000 euros anuales- y el porcentaje de población que se encuentra en situación de pobreza, del 29,4%, es casi cuatro puntos superior a la del conjunto nacional. La comparativa con el País Vasco, donde sólo el 8,8% de los residentes es pobre, resulta incluso sonrojante.

Lo mismo ocurre si se mide el paro de larga duración, que en la Comunidad alcanza el 12,3% de la población activa frente al 5,3% que presenta Baleares, la autonomía con menos trabajadores en esta situación, o el 11,2% de la media española.

Algo mejor se mueven los valencianos en el terreno educativo. El porcentaje de residentes que ha finalizado al menos los estudios de secundaria superior todavía es inferior al que existe en el resto del país (del 48% frente al 49%) y sigue a mucha distancia del 61% de Madrid. Igualmente, la tasa de abandono temprano de la educación es superior (del 20,2% frente al 19% de la media). Sin embargo, el rendimiento de los estudiantes, de acuerdo con los criterios del informe PISA, es superior al conjunto español y de la OCDE, lo que indica que, como mínimo, el sistema educativo funciona adecuadamente.

Menos esperanza de vida

También en el terreno de la salud los indicadores se mueven entre dos aguas. En términos generales, la esperanza de vida de la autonomía -de 82 años- es unos meses inferior a la media y el porcentaje de obesos es superior, con un 17,1% de la población total frente al 16,3% de la media nacional o el 11,6% de los navarros. Sin embargo, el dato esperanzador es que la obesidad infantil es menor. No obstante, donde mejores notas sacan los valencianos es en la satisfacción de las relaciones personales, donde los valencianos obtienen un 8 sobre 10, la tercera nota más alta.

Frente a estos indicadores «objetivos», el estudio también recoge la propia percepción de la calidad de vida que tienen los ciudadanos en las distintas autonomías. Y aquí es donde se produce la sorpresa. Lejos de ser las comunidades que aparecen mejor posicionadas en el ránking de bienestar objetivo, quienes encabezan la clasificación son baleares, donde sus ciudadanos dan un 7,3 sobre 10 a su calidad de vida; los navarros, con un 7,2; los catalanes, con un 7,1; y los valencianos, también con un 7,1. Queda claro que el dinero no siempre da la felicidad.