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Juicio de la CAM

«Compré 600.000 euros en cuotas porque confié en las cuentas de la CAM»

«Eso el tribunal lo sabe», declara un afectado por las participativas de la caja tras la sentencia

Cristóbal Pons en una imagen tomada en junio en la Audiencia Nacional. G. PALOMO

«Yo compré cuotas de la CAM porque confié en las publicaciones de la Comisión Nacional del Mercado de Valores sobre las cuentas de la caja y eso lo sabe el tribunal por la documentación que aporté. ¿Acaso tengo que demostrar que la leí? ¿Tenía que haberlo hecho delante de un notario?». Aún sin dar crédito a la sentencia con la que se ha saldado el juicio por el falseo de las cuentas de la CAM, donde se afirma que no ha quedado acreditado que haya perjudicados por la actuación de los exejecutivos condenados pese a admitir la falsedad contable, Cristóbal Pons, un mallorquín que tiene bloqueados 600.000 euros en estos valores, confía en que el Supremo, donde va a recurrir el fallo, sí tenga en cuenta el daño causado a los cuotapartícipes.

Pons, que invirtió en participativas una parte de los dos millones que obtuvo por la venta de una farmacia en Mallorca precisamente a la hija del entonces director territorial de la CAM para Baleares, Gabriel Sagistrá, no entiende que en la resolución se diga «que por el hecho de no haber declarado no han podido saber los supuestos por los que presuntamente fui convencido desde la caja de ahorros para realizar la ingente inversión en cuotas que hice. Pues, sencillamente, porque me fiaba».

Este mallorquín se personó en el proceso de la denominada pieza principal de las abiertas por la gestión de la caja desde el momento en que, a instancias del fiscal, se incorporaron al proceso, como posibles afectados, aquellos que compraron cuotas cuando las cuentas que aparecían publicadas no eran las reales, una falsedad contable que ha considerado probada el tribunal de la Audiencia Nacional aunque en el apartado que no reconoce perjuicio alguno. El periodo iba de marzo a julio de 2011. Pons compró participativas desde el 15 de octubre de 2010 al 30 de junio de 2011, poco antes de la intervención de la caja por el Banco de España.

«Yo no trabajaba con la CAM pero compré las cuotas porque el padre de la chica a la que vendí mi farmacia era un directivo de la caja, por apoyar algo que estaba en la isla y porque confiaba en quien me las vendió. Y lo que más me duele no son los graves problemas económicos que tengo sino el engaño. Porque después me enteré de que mientras un directivo de la CAM me insistía en que aguantara y no vendiera, él ya se había desprendido de las suyas y Sagistrá se había llevado a otra entidad el dinero de su prejubilación, que fue en marzo de 2001», recalca Pons. Su psiquiatra declaró en la vista oral que «como consecuencia de la pérdida del patrimonio padece una depresión que le impide hacer una vida normal».

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