El eurodiputado socialista Ramón Jáuregui defiende con ahínco el compromiso que las empresas deben tener con el entorno donde desarrollan su actividad y les concede el papel de «agentes de construcción social» y colaboradores en la creación de la cohesión, «la sostenibilidad ecológica, el respeto a los derechos humanos y de hábitats sociolaborales dignos».

Puntos de partida que expuso en la charla que ayer impartió en Alicante sobre «La responsabilidad social: un compromiso europeo con la sostenibilidad de la economía. La larga marcha» dentro del ciclo de conferencias organizado por la Cátedra de Responsabilidad Social de la Universidad de Alicante (UA). Ante un núcleo de asistentes compuesto por estudiantes, profesores, empresarios y políticos, Ramón Jáuregui habló en la sede de la UA de la importancia de la formación a directivos y a la propia sociedad sobre estas cuestiones.

Él es promotor de la Responsabilidad Social en el Parlamento Europeo y reconoce que tiene una «idea muy exigente» de este compromiso de las empresas con su entorno. De tal manera que considera que «la responsabilidad social no puede quedarse en el marketing, sino que debe impregnar la cultura social» de las compañías.

Un debate de años

Según el eurodiputado, este debate entró en la sociedad y en las empresas hace quince años, «porque las compañías tienen que comprometerse con su entorno y con los impactos que produce su actividad, ya sean medioambientales, humanos o sociolaborales». No obstante, el socialista cree que en este periodo la puesta en práctica de los compromisos que implicaría la reponsabilidad social ha vivido dos fases.

«Durante los primeros diez años se han producido avances muy notables, penetrando en muchas empresas, en las universidades, en el tercer sector y en la política». Pero Jáuregui advierte de que en los últimos cuatro o cinco años ese avance se ha visto frenado. «Ha habido un parón, y la crisis ha desnudado muchas prácticas de responsabilidad social rutinarias o falsarias». Se refería a «todas aquellas que se concentraban en acciones sociales contradictorias con una política integral de responsabilidad social». Y puso el ejemplo de que «no se puede predicar que una empresa es responsable porque ha insertado al 2% de su plantilla de discapacitados y, al mismo tiempo, maltratar salarialmente (a otro colectivo de trabajadores) o vulnerar la fiscalidad yéndose a un paraíso fiscal para no pagar sus impuestos en el país donde opera».

Para Ramón Jáuregui, «esas contradicciones son las que han desnudado la responsabilidad social y son las que a mí me llevan a mantener una posición muy exigente y muy crítica sobre el avance real de esa cultura», explicó.