El déficit hídrico que arrastra la provincia sólo podrá corregirse si se realiza una gestión integrada y coordinada de todos los recursos disponibles, desde los trasvases a las desaladoras, pasando por un mayor porcentaje de reutilización de aguas depuradas y una mejor gestión de las aguas subterráneas. Así de contundente se muestra la profesora Teresa Torregrosa en el análisis sobre este tema que ha realizado para el informe Crisis y recuperación de la economía alicantina, que la próxima semana presentan INFORMACIÓN y el Instituto de Economía Internacional de la UA, con el patrocinio de Baleària, Hidraqua, la Conselleria de Economía y la Generalitat. Un exhaustivo repaso de los últimos diez años que no podía dejar de lado una cuestión tan importante para el futuro de la provincia como el agua y la agricultura.

Según las cifras que se aportan en el estudio, Alicante dispone de entre 600 y 800 hectómetros cúbicos anuales para satisfacer todos los usos -urbano, industrial y agrícola-, de los que aproximadamente la mitad proceden de recursos subterráneos, muchos de ellos sobreexplotados. Otros 50 hectómetros se logran mediante la reutilización; 20 de las desaladoras y entre 155 y 355 hectómetros de aportaciones externas de todo tipo.

Un volumen, en cualquier caso, insuficiente para las necesidades de la provincia, lo que provoca que todos los años se queden sin cultivar «importantes partes de la superficie regable». Una demanda de agua insatisfecha que la autora cifra en 115 hectómetros para un año medio y del orden de 255 para uno seco.

Frente a este déficit, la profesora universitaria señala que la reutilización de agua y la desalación son las dos fuentes que presentan mayores oportunidades de futuro ya que las transferencias externas, es decir, los trasvases tienen un componente de gran «incertidumbre», ya que su disponibilidad depende de los caudales existentes en las cuencas cedentes. Por el contrario, por la vía de la reutilización podrían obtenerse unos 66 hectómetros más cada año ya que actualmente sólo se emplean el 45,6% de las aguas depuradas. Igualmente, destaca que la desaladora de Torrevieja, la mayor de Europa, ni siquiera usa la mitad de su capacidad, aunque reconoce que aquí el problema es el coste, excesivo para uso agrícola. No obstante, recuerda que «el agua más cara es la que no se tiene» e insta a utilizar la desalación para otros usos. La experta concluye que sólo coordinando e integrando todas las fuentes podrá llegarse al equilibrio.