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Los promotores se lanzan a por las obras paradas en manos de la banca

El aumento de la demanda y la falta de suelo disponible para la compra disparan el interés de los empresarios locales por recuperar las estructuras «fantasma» que dejó el estallido de la burbuja en la provincia

Los promotores se lanzan a por las obras paradas en manos de la banca pilar cortés

Las decenas de estructuras y obras sin acabar que la crisis dejó esparcidas por toda la provincia vuelven a despertar el interés de los promotores locales, que en los últimos meses han multiplicado la compra de este tipo de activos, durante años considerados todo un símbolo del estallido de la burbuja inmobiliaria. Promociones que han permanecido paralizadas durante casi un década vuelven a la vida ante las nuevas perspectivas que ofrece la recuperación del sector y la escasez de suelo disponible para la compra en muchas ubicaciones, lo que obliga a los empresarios a buscar alternativas para mantener la actividad.

La prueba de este interés es que la Sareb, la sociedad que se quedó con el ladrillo de la cajas nacionalizadas, decidió poner en marcha ya el año pasado una campaña específica para comercializar este tipo de activos y que Solvia, la filial inmobiliaria del Sabadell, ha cerrado casi una veintena de transacciones de este tipo en once municipios distintos de Alicante desde el pasado mes de enero.

«Antes se producía alguna operación en zonas muy, muy demandadas pero ahora se está vendiendo por toda la provincia, en ubicaciones que ya no son tan evidentes», asegura el director territorial de Solvia en la Comunidad Valenciana y Murcia, Alfredo López, quien considera que se trata de un paso más hacia la normalización del sector. Así, en lo que va de año la compañía ya ha colocado cinco promociones sin acabar en Orihuela Costa, dos en el área de Gran Alacant y otra en Santa Pola, en la zona donde se ubica la nueva estación de autobuses de este municipio. Pero Solvia también ha vendido varios proyectos en diversos grados de construcción en San Vicente del Raspeig, La Nucia, Callosa de Segura, Orxeta o en los cascos urbanos de Alicante o Elche. Es decir, en zonas que ya no dependen tanto de la demanda de los compradores internacionales, que son los que han tirado del mercado de la vivienda de la provincia en los últimos tiempos.

Con alguna excepción, se trata en su mayoría de promociones de tamaño medio o pequeño que, por tanto, escapan del radar de los grandes fondos de inversión, que aprovecharon los años más duros de la crisis para acaparar los mejores terrenos y los grandes activos a precios de auténtico saldo.

Pago al contado

«Los que se interesan por estas obras sin acabar suelen ser promotores locales, que conocen bien el terreno y saben el rendimiento que le pueden sacar», señala el ejecutivo de Solvia. Y es que, a pesar del gran número de quiebras que se produjeron durante la crisis -de las que se nutrieron las carteras que ahora trata de aligerar la banca-, en la provincia han sobrevivido un buen número de compañías que supieron echar el freno a tiempo en plena vorágine del ladrillo y que ahora cuentan con los recursos necesarios para volver a construir.

De esta forma, según destacan desde la inmobiliaria propiedad del Sabadell, casi todas las operaciones que se cierran «se pagan al contado y, en todo caso, la financiación que se pide es para finalizar las obras y poner las viviendas en el mercado».

Pero, ¿por qué los promotores quieren hacerse de repente con construcciones fantasma, que llevan años abandonadas? Por un lado, todos los consultados coinciden en señalar las dificultades que se dan para encontrar solares aptos para construir en aquellas ubicaciones con mayor demanda, como son las zonas de costa. Esto no significa que se haya agotado el suelo urbanizable en estas zonas, ni mucho menos. Pero el terreno que hay, o bien ya es propiedad de alguna compañía, o bien se encuentra en zonas que aún no se han urbanizado, como explica el presidente de la Asociación Provincial de Promotores, Antonio Fernández.

Los empresarios también han encontrado otra razón de peso para volver la vista hacia estos edificios inconclusos de la época de la burbuja: los enormes retrasos que arrastran la mayoría de ayuntamientos a la hora de tramitar nuevas licencias urbanísticas, que mantienen paralizados cientos de proyectos. «Lo normal es que estas promociones aún tengan en vigor los permisos, lo que agiliza enormemente la tarea. Hay que tener en cuenta que existen muchos municipios donde ahora mismo se tarda entre 12 y 14 meses para conseguir una licencia», apunta Alfredo López. Una situación que los propios promotores han denunciado en reiteradas ocasiones.

Más baratos que el suelo

En cualquier caso, unos y otros también coinciden en que, por encima de todo lo anterior, el principal motivo de esta tendencia es la rentabilidad. «Al final es una simple cuestión de números y ahora las cuentas ya salen. Los precios de las viviendas se han estabilizado o empiezan a recuperarse y los bancos ofrecen estos productos a un coste que permite sacar beneficio», apunta el presidente de Provia. De hecho, al tratarse de promociones que suelen llevar bastante tiempo en el balance de las entidades, los bancos ya han provisionado o declarado como pérdidas buena parte de su valor original, lo que en ocasiones lleva a que los puedan vender «incluso por debajo del coste de reposición», es decir, por menos dinero del que costaría el material y el trabajo de levantar de nuevo esa estructura en estos momentos, según explica Fernández. «Más barato que comprar el suelo y empezar de cero», añade.

Lo sabe bien el promotor Juan Antonio Iniesta que, junto con el expresidente de Coepa Moisés Jiménez, ha puesto en marcha este mismo año Alicante Global Group, una nueva compañía cuyo objetivo es, precisamente, rescatar de los portfolios de la banca estas promociones «fantasma» para ponerlas en valor. «En la promoción que compramos en la Gran Vía de Alicante las viviendas iban a venderse en su día por 400.000 euros pero al final el banco nos las dejó por 100.000 y eso nos permite meterles otros 100.000 de obra para sacarlas al mercado a un precio acorde a lo que ahora se paga y con la calidad y los acabados que ahora se exigen», explica el expresidente del Grupo Santa Ana. Al respecto, Iniesta insiste en que el hecho de que quedaran abandonados «no significa que esos activos no sean buenos, fue consecuencia de la crisis, pero, con una gestión adecuada, hay demanda para la mayoría de ellos». Por eso, se muestra convencido de que en los próximos dos años se acabarán colocando la mayoría.

Un mercado dinámico

Sea como fuere, el responsable territorial de Solvia también recuerda que el mercado es dinámico y que evoluciona en función de la demanda. «Si me hubieran preguntado hace cuatro años seguramente habría tenido dudas sobre la promoción que hemos vendido en Gran Alacant (unos bloques de viviendas ubicadas muy cerca de la nacional 332 junto al centro comercial del mismo nombre), pero ahora que la demanda extranjera está tirando muchísimo y con la escasez de terreno que hay, me parece un emplazamiento muy bueno», asegura.

Eso sí, no todo lo que se quedó a medias durante los años de la burbuja podrá recuperarse. Como señala el presidente de los promotores, algunos de estos proyectos han sufrido un deterioro excesivo al carecer de cualquier protección, por lo que también augura que deberán derruirse algunas estructuras. Pero eso será en la siguiente fase.

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