A pesar de sus precios más bajos, las gasolineras «low cost» son un buen negocio, como prueba el hecho de que se hayan convertido en una opción más que atractiva para los inversores. Tanto es así, que la mayoría de cadenas de este tipo ofrecen la posibilidad de franquiciar instalaciones «llave en mano». «Nosotros incluso buscamos el terreno, construimos la estación de servicio y luego nos encargamos de gestionarla», apunta José Manuel Costa, fundador y gerente de la firma valenciana Gasexpress, que ya cuenta con siete gasolineras en Alicante y proyectos para abrir otras nueve instalaciones. «Toda la inversión sale por unos 420.000 euros y el plazo medio para recuperarla lo estimamos en unos cuatro años, aunque depende de cada instalación», asegura.

¿Cómo logran que los precios sean más baratos? «Al contrario que las gasolineras de bandera, que están obligadas a comprar a su operador, nosotros negociamos con todos los operadores, todos los días, y por eso obtenemos un mejor precio», asegura, al mismo tiempo que recuerda que, «al final, todo el combustible sale de los depósitos de CLH (la Compañía Logística de Hidrocarburos)», para dejar claro la «calidad» del mismo. También admite que sus costes de personal son mucho menores, aunque en el caso de Gasexpress mantienen la presencia de un trabajador durante la mayor parte del día. Otra de las claves, según afirma, es la menor inversión inicial, lo que permite ser rentable con menores márgenes. El modelo estándar de la firma es de sólo dos surtidores frente a las cinco o seis de las grandes gasolineras, que además deben construir una tienda y otras instalaciones que disparan el presupuesto, con frecuencia, hasta el millón de euros. No obstante, Costa también reconoce una cierta «burbuja» en el sector por la entrada de personas que «desconocen por completo el negocio».