Si en los últimos años ha habido una estadística que reflejara en toda su extensión la dureza y la profundidad de la crisis económica, ésa ha sido, sin duda, la que recoge el volumen de familias donde todos sus miembros en edad de trabajar están en paro. Un fenómeno que llegó a ser una auténtica plaga -en los años más duros de la recesión uno de cada diez hogares de la provincia se encontraba en esta situación- y que, por fortuna, también ha empezado a remitir gracias a la mejora del mercado laboral.

Así, sólo en el último año el número de familias alicantinas en las que ninguno de sus integrantes consigue empleo ha descendido más de un 20% -un 22,8%, para ser exactos-, al pasar de 76.500 a 59.000, de acuerdo con los datos de la Encuesta de Población Activa que se dieron a conocer ayer. Se trata de la cifra más baja desde el cuarto trimestre de 2008, cuando eran 54.700 los hogares con este problema.

Pero lo que es incluso más importante: la EPA también muestra la caída que se ha producido de forma paralela en el número de unidades familiares que carecen de cualquier tipo de ingresos, ni siquiera el subsidio por desempleo, y que son las que realmente peor lo tienen para subsistir. Sólo en el último año han sido casi 10.000 los hogares que han conseguido salir de este pozo, al pasar la cifra total de 43.300 a 33.400.

Desde los sindicatos se reconoce la importancia que tiene la reducción de estas cifras pero también advierten de que la brecha social generada por la crisis está lejos de solucionarse. «El problema es que los salarios que consiguen quienes se reincorporan al mercado laboral son tan bajos que no permiten a estas familias salir de la pobreza», se lamenta la secretaria comarcal de UGT en L'Alacantí-La Marina, Yaissel Sánchez.

«Es cierto que hay más gente trabajando pero lo que no hay es más dinero. El empleo a tiempo parcial y en precario que se crea sigue impidiendo que muchos alicantinos lleguen a final de mes», apunta el secretario de Comunicación de CC OO en l'Alacantí-Les Marines, José María Ruiz Olmos. En otras palabras, que el volumen de población en riesgo de exclusión social sigue siendo muy elevado.

Los hombres copan el nuevo empleo

Más allá de la situación de los hogares, la EPA del segundo trimestre del año arroja un balance agridulce en la provincia. El número de desempleados se redujo en 11.500 personas, hasta situar la cifra total en 167.500. O, lo que es lo mismo, el 18,48% de la población activa, 4,22 puntos menos que hace un año. Igualmente, la cifra de ocupados creció incluso en mayor proporción, hasta los 739.100, lo que supone 12.900 más que en el primer trimestre. Aunque el dato no deja de ser positivo, se queda muy lejos de los más de 36.000 alicantinos que encontraron empleo en el mismo periodo del año pasado y, sobre todo, como ayer señalaron los sindicatos, la mejora se concentra exclusivamente entre los trabajadores masculinos. Así, mientras que al finalizar el trimestre había 23.700 hombres más con empleo, las mujeres habían perdido 10.800 puestos de trabajo. «Hace tiempo que denunciamos que se está agrandando la brecha de género y que a las mujeres les está costando más consolidarse en el empleo», asegura la dirigente de UGT.

Otro de los aspectos que sorprende de los resultados de la Encuesta de Población Activa es la evolución del empleo por sectores. Frente a lo que cabría esperar en esta época del año -y más cuando la Semana Santa se celebró en abril, que entra en el periodo computado-, se redujo la ocupación en el sector servicios en 3.000 personas, mientras creció con fuerza en la industria (+10.000), la construcción (+3.000) y la agricultura (+3.100). Un dato que, a juicio del responsable de CC OO, reflejaría la precariedad de las plantillas del sector público, por un lado, pero también que las empresas turísticas no están creando empleo en la misma proporción en que crece su actividad. En cualquier caso, reconoce lo inusual del dato.