Por eso no deja de ser llamativo que, al final, Fempa haya decidido abandonar antes Cepyme -de la que también era miembro- que la propia Coepa, según la decisión que se ha conocido esta semana. Una ruptura que, sin embargo, sorprende menos si se tiene en cuenta que, en realidad, siempre se trató de un matrimonio de conveniencia y que su principal nexo de unión era compartir un enemigo común, el «núcleo duro» de la patronal provincial, por el que siempre se sintieron menospreciados. Una vez que Cristóbal Navarro ha decidido cambiar de estrategia e iniciar una nueva etapa de entendimiento con la nueva Coepa capitaneada por Francisco Gómez, y que Guillermo Moreno da por muerta esta organización y lo apuesta todo al proyecto autonómico de la CEV, parece que ya no les quedaba nada en común.

De hecho, en realidad, aunque Cepyme y Fempa se dieran apoyo mutuo en las juntas de Coepa, siempre o casi siempre hicieron la guerra por su cuenta. Los orígenes del conflicto entre Fempa y la patronal provincial se remontan al intento que hubo de colocar a Modesto Crespo al frente de la federación del metal, como plataforma de lanzamiento hacia los destinos de mayor calado que le esperaban al que fuera último presidente de la CAM. La negativa de los socios de Fempa a aceptar la imposición provocó que Crespo intentara organizar una patronal alternativa del metal y, según recuerdan siempre Moreno y su equipo, que Coepa decidiera construir su centro de oficios para competir con el que había anunciado Fempa. Una traición que nunca han perdonado y que ha llevado a que esta asociación no haya dudado nunca en denunciar ante los tribunales las cuentas de Coepa -que ha obligado a reformular en varias ocasiones- o sus nuevos estatutos, una denuncia que también ganaron.

Por su parte, las tiranteces con Cepyme empezaron cuando su anterior presidente, Juan José Sellés, quiso dotar de independencia a la organización, hasta entonces un mero apéndice de la patronal provincial. El enfrentamiento se recrudeció con la llegada de Cristóbal Navarro, dispuesto a remover los cimientos de la organización empresarial para reclamar un cambio de modelo. Tampoco a él le tembló el pulso a la hora de denunciar cualquier irregularidad y, por ejemplo, fue un escrito suyo el que propició que el Servef llevara a los tribunales el supuesto desvío de fondos en la construcción del citado centro de oficios -una causa que se archivó- y ahora reclame la devolución de casi dos millones en subvenciones.

En cualquier caso, la ayuda mutua y la colaboración entre ambas organizaciones también fue innegable durante mucho tiempo y, por ejemplo, Fempa fue la única que votó contra la expulsión de Cepyme en la asamblea de Coepa.

Sin embargo, las cosas empezaron a torcerse en el verano del año pasado. Por aquel entonces, varias organizaciones trataban de crear una nueva patronal para sustituir a Coepa, a la que ya se daba por liquidada. Sin embargo, Cristóbal Navarro decidió seguir su propio camino y optó por un acercamiento con los nuevos responsables de la confederación provincial. Una comida de Navarro y Francisco Gómez en Hogueras, con la asistencia de los principales medios de comunicación, oficializó la paz, un gesto que no sentó nada bien a Guillermo Moreno, partidario de liquidar Coepa e iniciar un nuevo proyecto.

La entrada en la CEV

El presidente de Fempa vio su oportunidad cuando Cierval acabó en la quiebra y la Confederación Empresarial Valenciana, hasta entonces representante exclusivamente de los patronos de la provincia de Valencia, decidió convertirse en autonómica y buscó aliados en Alicante. Moreno fue el único empresario de la provincia que asistió a la asamblea de transformación de la CEV y Fempa la primera organización alicantina en afiliarse. Navarro, por el contrario, mostró públicamente su disconformidad con el proyecto valenciano, que suprimía la representación provincial, y abogó por hacer frente común con Coepa con una nueva confederación. El resultado, Fempa optó por abandonar Cepyme y centrarse en su alianza con la CEV.