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La matemática que persigue la desigualdad tras las estadísticas

La catedrática de Fundamentos del Análisis Económico de la UA Carmen Herrero es la nueva premio Jaume I de Economía.

El jurado de los premios Jaume I ha puesto el broche a la trayectoria de una economista cum laude. Carmen Herrero es una de las economistas más influyentes en el ámbito del estudio de la desigualdad y la justicia social, desde una mirada matemática. «Los indicadores son muy fríos. Depende de la parte que miras. Son normalmente datos agregados, y eso oscurece los matices sociales que hay detrás». La reflexión, realizada esta semana en plena digestión del reconocimiento concedido por un jurado compuesto por premios Nobel, concentra la trayectoria y la vocación de una matemática que descubrió la economía y se puso unas gafas sociales que no se ha quitado en toda su carrera.

Tras recibir hace poco otro galardón de primer orden como el Honoris Causa de la Universidad de Granada, la doctora afronta ahora, en casa, un premio que «pone el broche» a su carrera. «Este reconocimiento es importante, es más querido, llega un momento en que me jubilo pronto», valora Herrero.

Esta licenciada en Económicas por la Complutense de Madrid, doctora en Análisis Funcional por la Universitat de València e impulsora del departamento de Economía de la Universidad de Alicante, donde es catedrática desde 1985, pasará el próximo curso, el último antes de la jubilación, en el IMéRA de Marsella, un instituto multidisciplinar de estudios avanzados. Casi como una metáfora de su agitada trayectoria investigadora, Herrero se despide con un proyecto para buscar una nueva forma de medir la desigualdad de oportunidades.

Las estancias en el extranjero, de hecho, son una parte fundamental de su trayectoria: largos periodos en Viena, donde ha dado clases, Oxford, Rochester, California, México, Manchester? Esas aventuras académicas unen a Herrero a otra de sus pasiones: «Soy una viajera impenitente. Me gusta mucho viajar, conocer mundo, a otras personas», dice sobre uno de sus placeres, junto a la lectura, «una manera de evasión». «Recientemente estuve en Argentina con mi hija», confiesa.

La nueva Jaume I, madre de dos hijos, hace bandera del papel de la mujer y los obstáculos que debe superar profesionalmente. «He sido madre de dos hijos, y tengo un nieto. Lo he hecho todo, pero también he tenido un marido muy colaborador. He sido muy cabezota, cuando he querido hacer algo, no he parado hasta conseguirlo. ¿Me he perdido algo de la infancia de mis hijos? Quizá sí, pero no más que mi marido. Hemos conciliado bien, no sin esfuerzo. En mi vida personal no tengo ninguna sensación de frustración», asegura.

Los premios Jaime I de este año, precisamente, son un grito reivindicativo sobre el papel de la mujer en la esfera pública profesional. Por primera vez ellas acaparan más premios que los hombres. Las categorías de Economía, Protección del Medio Ambiente, Nuevas Tecnologías y Emprendedor son femeninas.

El papel de la mujer. Herrero aterrizó hace más de 30 años en un mundo de hombres. «He sido una pionera siempre. Recuerdo que cuando pusieron la norma de que en tribunales para cátedra tenía que haber el mismo número de mujeres que de hombres pasé dos años en que todos los días tenía tribunal. Era espantoso, una locura», recuerda entre risas.

¿Qué opina de la corriente de la economía feminista por la que apuesta el Consell? «Más que feminista, creo que lo importante es que haya una mirada de mujer, que no sea solo masculina. El problema que tenemos las mujeres tiene más que ver con la cultura cívica de la sociedad. En la universidad, el 60% son mujeres; en los posgrados, 50%, y al subir a la academia el índice cae estrepitosamente. No es falta de talento. Hay determinados roles que seguimos asumiendo como propios de la mujer. Y en investigación, si dejas la carrera aunque sea dos o tres años, no hay posibilidad de reengancharse. Si no hay conciliación para que la mujer no pierda esos años estamos condenadas», reflexiona la economista.

Problemática laboral y de acceso a la salud. La desigualdad como obsesión. Herrero reflexiona sobre los problemas de los nuevos 'trabajadores pobres', con un salario que no les permite sobrevivir. Esta materia también forma parte de su ámbito de investigación, profundizar sobre lo que hay detrás de las grandes estadísticas laborales. «Cuando uno desagrega los datos, estudia los grupos de población, vemos que muchos de los problemas que están en la calle también aparecen en las estadísticas», señala. En estos momentos, de hecho, prepara un estudio para la fundación Ramón Areces sobre las altísimas probabilidades de los parados de larga duración de seguir en esa situación.

«Mi trabajo es teórico pero con aplicaciones prácticas», define Herrero. ¿Y de qué cambio social logrado se siente más orgullosa? «A raíz de una tesis que dirigí donde estudiábamos el problema de la igualdad de oportunidades en el acceso a la salud, detectamos que era socialmente beneficioso realizar una detección precoz universal de la sordera. A partir de ahí muchas comunidades autónomas han puesto en marcha esa prueba», celebra.

Dos años de servicio público en el Gobierno. Objetivo: retener el talento. El servicio público, de hecho, también aparece en el vastísimo currículo de esta científica, una de las primeras en llegar al Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) en 1990, y coordinadora de un programa de doctorado internacional en la Universidad de Alicante que hoy tiene 15 partners en todo el mundo. Durante el primer mandato de Zapatero trabajó en el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la mano de Salvador Barberá, también premio Jaume I de Economía y una de las personas a las que cita en su panel de influencias, junto a su mentor, Manuel Valdivia, que dirigió su tesis en la UV, o Andreu Mas Colell. «Con Salvador hicimos política científica. Básicamente pusimos en marcha programas de recuperación de talento», señala Herrero de unos años (2004-2006) en que los primeros becados Ramón y Cajal comenzaban a terminar y peligraba su permanencia en España.

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