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La caída de la CAM «no se entiende sin las órdenes del principal ejecutivo»

Los inspectores del Banco de España ratifican que se falsearon las cuentas de la caja, declaran que lo ocurrido «no es obra de una persona ni algo que surja de bajo a arriba»

La caída de la CAM «no se entiende sin las órdenes del principal ejecutivo»

Firmes como una roca en la ratificación de las irregularidades que detectaron en la gestión de la CAM y con el mismo efecto que un frontón frente a los intentos de las defensas de hacer tambalear sus conclusiones, hasta el punto de que alguna pelota acabó golpeando a quien la lanzaba. Así comparecieron ayer ante el tribunal de la Audiencia Nacional que juzga por el hundimiento de la CAM a su última cúpula los cuatro inspectores del Banco de España que fiscalizaron la entidad en los meses previos a su intervención, cuando apenas le quedaba liquidez para dos y «no tenía futuro», según señalaron.

El panorama que dibujó el inspector encargado de la CAM, José María Ruiz, fue demoledor. A preguntas del fiscal Luis Rodríguez, el funcionario afirmó que la caja, pese a ser advertida, «seguía rehabilitando activos dudosos sin cumplir la normativa, sin ningún criterio económico y con el único objetivo de reducir una mora que subía y bajaba cada tres meses coincidiendo con la presentación de resultados, lo que nos hizo sospechar», precisó.

Un operativo que, según matizó, «no lo puede hacer una persona sola; nadie puede hacer algo de este estilo sin las órdenes del principal ejecutivo de la entidad». Y puso como ejemplo la puesta en marcha de políticas que incentivaban salarialmente de igual forma el cobro o la refinanciación de esos préstamos o la refinanciación de deudas como una de Hansa, que calificó de ficción contable. «Esto se diseña completamente, no surge de abajo a arriba», puntualizó ante el semblante serio de los ocho acusados.

Necesidad de provisiones

En una sesión que consumió toda la mañana sin concluir, Ruiz explicó que no se enteró de que las cosas se estaban haciendo mal hasta que revisaron las carteras en junio de 2011, fecha en la que la caja arrojaba beneficios «cuando tenía que haber empezado a dar pérdidas en enero». En ese momento, concretó, «la CAM necesitaba provisiones por más de 727 millones y volver a clasificar como dudosos activos por valor de 2.800 millones».

En cuanto a las titulizaciones (la venta de créditos fallidos con la que las acusaciones y el Banco de España sostienen que la CAM falseó sus cuentas al ir ligadas a una opción de recompra), el inspector explicó que nunca se tenían que haber llevado a resultados y apuntó directamente al área de Riesgos que dirigía el acusado Francisco Martínez. «El departamento de Riesgos fue una mera comparsa del Comercial cuando su función tenía que haber sido la de abogado de diablo, que analizara y cuestionara todas las operaciones, algo fundamental para que no ocurran desastres con éste», apostilló.

El inspector echó mano de un ejemplo gráfico para explicar lo que le había ocurrido a la CAM: «cuando había ponche para todos unos tomaron una copa, otros se emborracharon y otros acabaron cirróticos», dijo en alusión a otras entidades que, en el mismo contexto de crisis, llevaron a cabo un dotación de provisiones correcta, lo que sostiene que no se hizo en este caso.

Miedo al contagio

Fue a preguntas del abogado de Fondo de Garantía de Depósito cuando el funcionario del Banco de España ratificó lo que es la piedra angular de este proceso: que la CAM maquilló sus cuentas. Y explicó que tomar una determinación en el caso de la CAM «era tan importante porque podía contagiar al sector. Por ello, sostuvo, ante la imposibilidad de aprobar su plan de recapitalización, que era inviable, le dimos diez días para corregirlo pero nos contestaron que no podían y solicitaron la intervención».

Acerca de la renuncia al cobro de incentivos en 2010, que los acusados han venido vendiendo a lo largo de esta vista como un ejemplo de responsabilidad, los inspectores aclararon que lo los podrían haber percibido, aun cuando no hubieran renunciado, porque, tal y como se encontraba la entidad, nunca se hubiesen cumplido los requisitos que estaban fijados para poder cobrarlos. Y agregó que los directivos de la caja «querían lo mejor de lo mejor: beneficios de alta dirección con contratos ordinarios».

A preguntas de una de las defensas, a las que la sesión de ayer no les deparó muchas alegría, José María Ruiz echó mano de un correo que había enviado al FROB en el que alertaba de que «los problemas que tenía la CAM eran graves y que hacía falta un ajuste porque las cuentas no reflejaban la realidad».

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