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El cambio digital que aparcó la crisis

El número de empresas de la Comunidad con actividades innovadoras cayó un 17% entre 2011 y 2015 por el impacto de la recesión

Imagen de archivo del centro de ordenadores del Laboratorio Europeo de Física de Partículas. efe

De parar las máquinas de la innovación en la etapa recesiva a iniciarse en proyectos internos de transformación digital para intentar recuperar el tiempo y la competitividad que la crisis les abocó a perder. Este es el camino que han recorrido muchas de las empresas de la Comunidad en la última década. Y, ahora, actividades tan esenciales y emblemáticas en la economía provincial, como la de los hoteles o el comercio, aceleran los procesos de la transformación digital «para profundizar en los servicios y tener más información sobre cuáles son las demandas de los clientes», explicaba César Mariel, profesor de Emprendimiento en el máster MBA y el de Márketing Digital de Fundesem Business School.

La crisis cortó casi en seco la carrera hacia la innovación. Las empresas «buscaban la estabilidad, estar vivas en el mercado, antes que afrontar proyectos de desarrollo e investigación. Había mucha incertidumbre, sobre todo acerca de la respuesta de los clientes. Y se paralizaba la inversión en innovación para centrarse en la comercialización del producto y en mantener la estructura de la empresa». Así describía César Mariel el adverso escenario en que el que operaban hace sólo unos años las compañías. Unas limitaciones que se ven traducidas en las estadísticas, que evidencian que entre 2011 y 2015 el número de empresas de la Comunidad Valenciana con actividades innovadoras se redujo un 17,3%, al pasar de 2.281 a 1.885 en este periodo, según los últimos datos de la Encuesta sobre Innovación Tecnológica publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Más acusado es el desplome, si se hace la comparativa con las mercantiles que al inicio de crisis (2008) aún mantenían proyectos de investigación y desarrollo. Eran 4.073, que suponen 2.188 más que ahora.

No obstante, las estadísticas también reflejan que las que, pese a la etapa recesiva, apostaban por la innovación, intentaban mantener los niveles de inversión, a excepción de 2013, en que aumenta ligeramente (como se puede apreciar en la tabla superior). Y es entre 2014 y 2015, periodo en que comienza a vislumbrase una salida al túnel de la crisis, cuando el tejido empresarial autonómico vuelve a mirar a la cara a la renovación.

La clave: la información del cliente

Ha sido, precisamente, al iniciarse la recuperación, cuando muchas empresas se han dado cuenta «de que no había sido una buena idea aparcar la innovación, porque la competencia les ha adelantado y porque retomarla cuesta más. Estas últimas son aquellas que durante la crisis sí destinaron una parte a mejorar los procesos», añade Mariel, que también es consejero delegado (CEO) de la startup alicantina Iristrace, experta en procesos de transformación digital.

En los últimos años, se ha podido registrar una subida del 60% de empresas que buscan avanzar en proyectos, a nivel interno, como la eliminación del papel y caminar hacia la digitalización de la propia empresa. Según Mariel, compañías hoteleras y comercios han apostado por estas líneas en los últimos tiempos «para profundizar en los servicios y conocer por dónde va la demanda», añade el profesor de Fundesem. La información que ofrece el cliente, «de la que muchas empresas se habían alejado durante la crisis, se convierte ahora en primordial para avanzar en la transformación digital, que no sólo sustenta en tener una página web y estar en redes sociales», advierte el experto.

Mariel incide en que el cambio digital interno es el primer paso para generar la información de la empresa, trabajar con el Big Data (conjunto de datos a gran escala) «para que la compañía adquiera una mayor agilidad organizativa». Pero, igualmente, la empresa necesita obtener la información del consumidor. «Los comercios, por ejemplo, conocer qué hace un cliente cuando entra a una tienda, qué le interesa».

Datos recogidos que implican a todo el personal, desde el que «está a pie de calle hasta el que, finalmente, toma las decisiones». Todo ello, en aras de, en una siguiente fase, ofrecer servicios o productos de calidad y más acordes con la demanda de los usuarios». En este sentido, Mariel explicaba que este es una de los objetivos entre los que asisten a los máster de Fundesem: «proyectos que aterricen en el del cliente. Porque si no tienes este conocimiento, difícilmente podrás ofrecer, después, los servicios o productos adecuados y de calidad», añade Mariel. El experto sentencia que, «si no se innova, la empresa sufre, porque las herramientas del siglo pasado dan resultados del siglo pasado».

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