El expresidente del Banco de Valencia, José Luis Olivas, aseguró ayer que ni él ni el consejo de administración tuvieron noticias en momento alguno de la grave situación que obligó al Estado a intervenir la entidad en noviembre de 2011. Solo el entonces consejero delegado, Domingo Parra, podía tener conocimiento del agujero que acabó hundiendo al histórico banco. Olivas abrió ayer el turno de declaraciones ante el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz que instruye la causa por la querella de la asociación de pequeños accionistas del banco Apabankval. La organización atribuía a los denunciados el delito de formulación de cuentas falsas con el tipo agravado por causar daños a multitud de personas y el de administración desleal. El pasado noviembre, dos peritos de la Intervención General del Estado, uno de ellos adscrito a la Fiscalía Anticorrupción, ratificaron ante Pedraz que las cuentas que presentó el Banco de Valencia en 2009 y 2010 «no reflejaban la imagen fiel del banco».

La defensa del expresidente de la Generalitat se fundamenta en afirmar que nunca tuvo poderes de la sociedad ni funciones ejecutivas. Aunque representaba al principal accionista -Bancaja-, del que era también presidente, su función en el consejo era la de un primus inter pares. Nada más. Aunque no acusó en ningún momento a Parra de ocultar información ni le responsabilizó directamente de la situación del banco, sí dejó bien claro que era el consejero delegado el que tenía contacto con los inspectores del Banco de España y con el interventor. De hecho, afirmó que el informe del supervisor de febrero de 2011 que detectó un déficit de 197 millones no llegó a conocimiento del consejo, aunque sí de Parra.

Lo sorprendente es que, tras ese déficit, el Banco de España informó a Bankia -cofundada por Bancaja y Caja Madrid en junio de 2010- de la necesidad de ampliar capital en el banco, una medida que no prosperó porque el presidente de Bankia, Rodrigo Rato, quería que también participaran los otros accionistas del Banco de Valencia y estos se negaron. Sea como fuere, Olivas insistió ayer en que nadie alertó al consejo de la entidad valenciana de la grave situación contable por la que atravesaba ni le hizo llegar requerimiento alguno y trató de elevar también las responsabilidades hacia el Banco de España al afirmar que este les autorizó a repartir dividendos y no les obligó a reformular cuentas. Es más, en octubre de 2010 se reunió con el subgobernador y este le transmitió tranquilidad.

El desconocimiento de Olivas sobre la realidad de la entidad era tal, según transmitió en la declaración de ayer, que desligó de la situación del banco los cambios que se produjeron en la cúpula solo un mes y medio antes de la intervención. Sobre la salida de Parra afirmó que tuvo que ser destituido a primeros de octubre de 2011 porque los problemas de salud que padecía en aquel momento le inhabilitaban para seguir en el cargo. Como sucesor, el consejo nombró a Aurelio Izquierdo, director general de Bancaja con Olivas y director de negocio de Bankia, porque este «no estaba contento en Madrid». Y Olivas dimitió como presidente el 29 de octubre tras un informe jurídico que detectaba ciertos conflictos de intereses con su cargo como vicepresidente de Bankia, del que tuvo que dimitir el 21 de noviembre, el día siguiente a la intervención de BdV.