Dicen que hay un muro invisible pero muy palpable que separa territorialmente a dos Españas: la rica y la pobre, la del norte y la del sur. La Comunidad Valenciana ya ha consolidado su hueco en el grupo de las más noqueadas por el impacto de la crisis. De hecho, es a partir del Sénia donde empieza la pobreza en el mapa autonómico. El kilómetro cero de las desigualdades. Todas las comunidades situadas al norte del cap i casal se quedan por debajo de la tasa de riesgo de pobreza media de España: 22,3%. El territorio valenciano ya tiene al 24,4% de sus ciudadanos en riesgo de pobreza, según la Encuesta de Condiciones de Vida que ayer difundió el Instituto Nacional de Estadística. En su mismo grupo depauperado entran Murcia, Extremadura, Castilla-La Mancha, Canarias y Andalucía. El «riesgo de pobreza» mide desigualdad, no pobreza absoluta: es decir, cuántas personas tienen menores ingresos que el conjunto de la población.

En el estudio, con datos de 2016 y con el gobierno del Botànic ya instalado en el poder, destacan dos datos además del indicador global de pobreza.

Por un lado emerge una cifra alarmante: los valencianos son los españoles con más dificultades para llegar a fin de mes solo por detrás de los canarios. Con los datos relativos a 2016, hay un 25,7% de personas en la Comunidad Valenciana que tienen «mucha dificultad para llegar a fin de mes». En 2011 no llegaban ni al 10%. Pero, tal como advierten los expertos, las desigualdades se han acentuado. Y sus consecuencias también.

Por otro lado, hay un dato aparentemente positivo. Desde 2010, esta es la primera vez que crece la renta media anual por valenciano: pasa de 9.098 a 9.265 euros entre 2015 y 2016, aunque todavía quede a casi 1.500 euros de la media estatal. La tasa de riesgo de pobreza se contrae nueve décimas. Sin embargo, esos datos globales no se traducen en una mejora de los indicadores más concretos y preocupantes. No solo el de la dificultad de llegar a fin de mes. También empeoran otros aspectos, tal vez la cara más concreta de las dificultades.

En un solo año, las familias valencianas incapaces de afrontar gastos imprevistos se incrementan del 41,4 al 43,3%. Los hogares que no pueden permitirse mantener su vivienda a una temperatura adecuada pasan de 17,1 al 20,9%. Se ha instalado en el 44,2% el porcentaje de valencianos que no pueden permitirse ir de vacaciones al menos una semana al año. También se incrementan otros indicadores inquietantes en los que la mayoría de valencianos ni reparan, pero que están ahí. Hay un 3,3% de hogares que no pueden comer carne, pollo o pescado al menos cada dos días. El 6,7% de valencianos no puede permitirse disponer de un automóvil. Y el 6,8% es incapaz de pagarse un ordenador personal. En València, la tierra del «pas a la regió que avança en marxa triomfal», empieza la España pobre.