Ha venido a dar clases a políticos, ¿tenemos unos gobernantes preparados?

Bueno, como en el ámbito privado, hay de todo. Hay políticos muy bien preparados y otros que no. Lo que sucede es que los que vienen a clase suelen ser los que ya están mejor preparados porque son los que tienen inquietudes. Pero, sí, hay muchos políticos que consideran que no deben formarse más y es un error porque las situaciones son distintas en cada momento, todo cambia, y hay que saber adaptarse.

Lo preguntaba porque muchos piensan que entre la anterior generación política, la de la Transición, y la actual ha habido un bajón.

No puedo hablar mucho porque yo era de la anterior generación y no estaría bien (Pin Arboledas fue diputado por la UCD en 1977 y también formó parte de la Asamblea de Madrid). Los problemas son distintos y lo que yo echo en falta no es la preparación, sino la capacidad de ilusionar. Ahora hay mucho mensaje de queja y no se lanzan mensajes de futuro, positivos.

Uno de los aspectos que usted trata es la ética en las organizaciones, lo que me lleva a preguntarle, ¿por qué ha habido tanta corrupción en España? ¿No había mecanismos de control?

Sí, los mecanismos de control existen, lo que pasa que los políticos no eran conscientes de ellos y pensaban que iban a quedar impunes. También es cierto que hubo cierto consenso social de que eso no tenía importancia, de que, por así decirlo, que esto estaba dentro de lo permitido. En cualquier caso, corrupción hay en todos los países. Lo importante es que se denuncie y que acabe en los tribunales, y en España eso ocurre. Lo que hay que exigir es que los políticos tengan un carácter ético profundo, que no se dejen llevar por las tentaciones. No se puede confiar todo a los controles porque siempre habrá quien descubra cómo saltárselos.

Muchos empresarios aseguran que, en España, la gran reforma pendiente es la reforma de la Administración. ¿Coincide con la afirmación?

Creo que la Administración Pública debe reformarse continuamente, como cualquier empresa. Estamos en un momento en que todos competimos a nivel internacional y la eficiencia de la Administración es un factor de competitividad tan grande como la eficiencia del sector privado.

Si se recorta la Administración, ¿no se verá afectado el funcionamiento de los servicios públicos?

Una cosa es el servicio público y otra su gestión. Puedes ampliar los servicios reduciendo los gestores públicos. Por ejemplo, desde hace muchos años casi todas las ciudades tienen contratada la limpieza a empresas privadas. ¿Por qué no lo hace funcionarios? Porque eso sería ineficiente. El funcionario público tiene que ser un señor muy bien pagado, muy bien formado y una de cuyas funciones debe ser comprar servicios y productos y controlar el servicio público.

¿Qué opina, entonces, de que la Generalitat quiera recuperar las concesiones sanitarias, los hospitales de gestión privada?

Creo que es un error. Habría que ver primero qué modelo es más eficiente. Abogar siempre por la gestión pública sólo por ideología es un error.