Tras labrarse una carrera como consultora de márketing y comunicación en Valencia y Madrid, la aspense Mayte Botella decidió dejarlo todo pasados los cuarenta y regresar a sus orígenes para hacerse cargo de los campos familiares. Quería «devolver la dignidad» a la profesión de sus padres y aplicar al negocio todos los conocimientos adquiridos durante su trayectoria profesional para modernizarlo.

Empezó con apenas cuatro hectáreas, todas ellas dedicadas a cultivos biológicos, y, poco a poco, ha logrado poner en producción más de 50 en diversas localidades del Vinalopó, gracias a la adquisición de terrenos a agricultores que se jubilaban y no tenían reemplazo -«el gran drama del sector», asegura-, o bien alquilando tierras en desuso.

Una parte de su producción, sobre todo la uva de mesa, la destina a la exportación pero pronto vio el filón que suponía servir verduras frescas y recién cortadas directamente al consumidor local. El boca a oreja y el Facebook incrementaron rápidamente los pedidos y le llevó a abrir una pequeña tienda en el Mercado de Ruzafa de Valencia y a hacerse, también, con un pequeño espacio en Mercalicante como base logística.

Ahora ha decidido dar un paso más y, junto con Diego Salinas, al que conoció en el «coworking» de la Escuela de Organización Industrial, acaba de lanzar una aplicación para móvil -www. ladespensa.bio- que permite a cualquiera seleccionar las verduras que desea, entre las que están en producción en ese momento, y que se las lleven recién cosechadas a su casa directamente desde el huerto.

«No utilizamos cámaras porque cortamos sobre pedido y así se mantiene todo el sabor porque, además, podemos cosechar en el momento óptimo de maduración», señala orgullosa. También plantan a la carta, si algún cliente lo solicita. Pero Botella no se conforma con el éxito obtenido hasta la fecha y quiere que La despensa sea un proyecto colaborativo y social, al que puedan sumarse más agricultores interesados, como ella, en recuperar tierras en desuso y mejorar las condiciones del campo para que resulte rentable. Algo que su proyecto facilita al prescindir de los intermediarios que en este sector son los que suele llevarse la mayor parte del beneficio.

«Es un contrasentido porque los agricultores se esfuerzan para dar a sus hijos una carrera y eso lleva a que la mayoría de ellos se marche del campo y no continúe con el negocio familiar», se lamenta esta emprendedora, convencida de las posibilidades del proyecto. A los interesados les ofrece asesoramiento y mentorización, como la que ella misma recibió a través de los programas de emprendimiento de la Universidad Miguel Hernández, donde su iniciativa recibió diversos reconocimientos. Para encontrar las tierra necesarias plantea a los propietarios dos opciones: un alquiler con opcion a compra o una renta a cambio de la explotación de la parcela.

En cuanto al radio de acción de la aplicación, en principio, por las posibilidades logísticas, se concentrará en Alicante y Valencia, aunque la intención es contar pronto con la infraestructura necesaria para distribuir también en Madrid.