El sector del juguete todavía no puede hablar de una recuperación completa de sus cifras pero, como apunta el presidente de la patronal AEFJ, José Antonio Pastor, ya se encuentra «en la ruta de salida». Al igual que otras industrias de la provincia, la buena marcha del mercado internacional atenuó la caída, sobre todo una vez superado el primer impacto, tras la debacle de Lehman Brothers que paralizó la economía mundial. Aún así, los fabricantes españoles llegaron a perder casi un 30% de su facturación.

Como ocurrió en el calzado, el juguete ya vivió su propia época de transformación anteriormente y la crisis llegó cuando el sector ya disponía de una flexibilidad en su capacidad productiva que le permitió «repartir el riesgo», según Pastor. Una flexibilidad que se basa sobre todo en una industria auxiliar muy potente, capaz de producir durante una época del año los moldes necesarios para los juguetes y, en otro momento, piezas para la industria del automóvil.

La asignatura pendiente sigue siendo la recuperación del mercado interno que, pese a le mejora de los últimos dos años sigue lejos de su mejor momento. Así, el año pasado cada niño español recibió nueve juguetes de media, todavía por debajo de los doce juguetes de la época de mayor bonanza de nuestra historia. Ni que decir tiene que el potencial de crecimiento es extraordinario, si se tiene en cuenta que en Inglaterra llega a 44 juguetes anuales.