El problema para determinar si el sector de la construcción ha salido de la crisis es que no sirven las comparaciones con la situación anterior a 2008, como las que se realizan en el resto de sectores de la economía alicantina. Comparadas con las 50.000 de los años 2004 0 2005, las 4.700 viviendas iniciadas el año pasado parecen una menudencia pero es que la primera de estas cifras es fruto de una burbuja, de un exceso que ni los propios empresarios del ramo quieren volver a ver. «Está claro que nuestro sector aún no ha salido de la crisis, el volumen de edificación actual aún es demasiado bajo pero también resulta difícil saber cuándo habremos alcanzado el nuevo punto de equilibrio», reflexiona el presidente de la Asociación Provincial de Promotores, Antonio Fernández. «Los diversos cálculos que se están haciendo sitúan las necesidades de viviendas nuevas en toda España en unas 150.000 unidades al año y, en el caso de Alicante, donde la demanda turística pesa tanto, se habla de unas 12.000. Es decir, que aún estaríamos a medio camino», apunta el empresario.

Sea como sea, lo cierto es que la debacle de la construcción es la responsable de una de las peores consecuencias de esta crisis: la existencia de una enorme bolsa de parados de muy difícil reinserción, debido a la falta de formación, en unos casos, y a su avanzada edad, en otros. Para dar una idea de las dimensiones del problema basta decir que en el año 2007 más de 66.000 alicantinos tenían un contrato con una constructora, una cifra que en la actualidad apenas alcanza los 23.000, y eso después de la mejora de los últimos meses.

Por si no fuera suficiente con la caída de la edificación residencial, el sector también ha sufrido la falta de inversiones públicas, que ha puesto en jaque a las firmas especializadas en este tipo de obras, hasta el punto de que muchas de ellas se han quedado sin apenas actividad y otras se han visto obligadas a salir al extranjero en busca de contratos.