«La sensación que tengo es que, cada vez más, los alumnos quieren que les venga todo dado. Que llegue una gran empresa y les ofrezca unas prácticas y, al acabarlas, un contrato con un sueldo maravilloso. Pero la realidad no es ésa y el autoempleo cada vez tiene más peso. Deben ser conscientes de ello». Así de claro lo tiene Maite Juan, la secretaria del Instituto de Educación Secundaria Mare Nostrum de Alicante, que ayer se convirtió en el primero en acoger el nuevo proyecto de Nexostart -la plataforma alicantina especializada en obtener financiación para «startups»-, que pretende romper las reticencias de los jóvenes y enseñarles cómo se pone en marcha una compañía desde cero.

«La idea es que sea un taller muy práctico y que puedan salir de aquí con un proyecto que les pueda servir en la vida real», señala el responsable de Nexostart, José Carlos Gómez, que pretende lleva estos talleres a todos los institutos de la provincia. «Lo que hay que pensar es que nadie te va a dar el puesto de trabajo que te mereces, nadie te va a pagar lo que vales, así que, ¿por qué no te lo creas tu mismo?», lanza Gómez a modo de arenga para convencer a los presentes de las bondades de ser empresario.

Lo cierto es que no lo tiene nada fácil, a juzgar por las respuestas que los propios estudiantes ofrecen ante las preguntas de este periodista. En un primer momento casi todos parecen abiertos a la idea de poner en marcha su propio negocio, y más teniendo en cuenta que la mayoría de ellos cursan un ciclo de Administración de Sistemas Informáticos en Red, un sector más abierto a la innovación a la puesta en marcha de nuevas iniciativas. Sin embargo, la situación cambia cuando se empieza a profundizar y se comprueba que la mayoría lo ve como una «última opción», algo a lo que agarrarse si no queda más remedio.

«Lo de montar un negocio no me parece una mala idea pero me gustaría más poder trabajar para una empresa grande, ya asentada», apunta, por ejemplo, Pablo Monzón. «Yo prefiero trabajar para otros. Conozco a muchos autónomos y me parece demasiado sacrificio», señala, mucho más categórico, su compañero Alejandro Jiménez.

El problema del dinero

Pero incluso quienes más favorables se muestran con la idea de emprender, como Rafael Pérez, que decidió estudiar el ciclo de FP ya con la idea de poner en marcha un negocio, reconocen que la tarea no es nada sencilla. «Lo que más complicado veo es el tema del dinero, conseguir que el banco te dé un crédito o que alguien te dé el capital», apunta.

«Es uno de los grandes temores», reconoce José Carlos Gómez, «pero es que la mayoría empieza por el final, por pedir al banco, cuando eso debe ser lo último. Afortunadamente, ahora hay alternativas, inversores y «business angels» dispuestos a arriesgar dinero si el proyecto, que es lo que debe importar, vale la pena». No en vano, como recuerda, ésa es una de las especialidades de Nexostart, el poner en contacto a empresas de nueva creación con posibles fuentes de financiación.

La idea de fomentar el espíritu emprendedor entre los estudiantes no es nueva y, de hecho, quienes cursan algún ciclo superior de FP ya tienen una asignatura obligatoria al respecto, que también se ofrece de forma optativa en Bachillerato. El planteamiento de Gómez es desarrollar y llevar a la práctica sus contenidos, algo que aprueban los propios profesores. «Si uno solo de todos ellos se va con una idea de negocio y consigue ponerla en marcha ya habrá valido la pena», asegura Estrella Bergés, una de las profesoras del centro, que está «deseado que algún alumno pueda venir dentro de unos años a contar su caso de éxito». Si la propuesta de Nexostart tiene éxito y la solicitan más institutos, Gómez y su equipo plantean, incluso, una competición entre centros por ver quién desarrolla la mejor empresa. Todo por conseguir que le entre el gusanillo empresarial.