Se agudiza la caída que experimentan las ventas de viviendas a ciudadanos del Reino Unido desde que se aprobara el «Brexit». Si durante el pasado verano, nada más conocerse el resultado del referéndum, el número de operaciones registradas en la Costa Blanca ya experimentó un descenso cercano al 17%; en los últimos meses del año la situación no hizo otra cosa que empeorar y el cuarto trimestre de 2016 se cerró con un desplome del 31,1%, de acuerdo con los datos recopilados por el Colegio Notarial de Comunidad Valenciana.

De esta forma, cada vez parece más evidente que, aunque el «Brexit» no parece haber influido en el ánimo de los británicos a la hora de contratar sus vacaciones -de hecho, el número de turistas que llega desde el Reino Unido no deja de crecer-, otra cosa muy distinta es comprarse una segunda residencia para toda la vida. Sobre todo, cuando todavía se desconocen las implicaciones que tendrá la salida del Reino Unido de la UE en asuntos tan básicos como el acceso a la sanidad, o los trámites para residir en el país durante largas temporadas.

El impacto económico de esta parálisis empieza a ser ya más que significativo, sobre todo si se mide en términos monetarios. La citada caída del 31,1% en la venta de viviendas a ciudadanos británicos entre los meses de octubre y diciembre, significa que los compradores de esta nacionalidad formalizaron hasta 463 operaciones menos que en el mismo periodo del ejercicio anterior. Una cifra que, multiplicada por los 135.000 euros que los ingleses gastan de media cada vez compran una casa en la zona, dan un resultado de más de 62 millones de euros de volumen de negocio que se ha perdido. Si se añaden las operaciones frustradas del verano, la pérdida de negocio ya supera los 90 millones de euros en apenas seis meses.

Prefieren esperar

Aunque la mayoría de estas operaciones se concentran en el mercado de segunda mano, lo cierto es que la situación preocupa cada vez más a los promotores alicantinos que, además, no ven un cambio de tendencia a corto plazo. «Lo que se percibe es que los británicos siguen teniendo interés en comprar fuera de su país. El sueño de tener "a place in the sun" (un lugar bajo el sol) está muy arraigado en su cultura, pero no quieren arriesgarse hasta no tener las cosas claras. Hasta no saber cómo les va afectar el Brexit», señala el presidente de Provia, Antonio Fernández, quien insiste en la necesidad de que las autoridades españolas y la propia Generalitat tranquilicen a los residentes y les garanticen que seguirán teniendo acceso a la sanidad y al resto de servicios básicos. Así, lo habitual en estos momentos es que los compradores consulten en las inmobiliarias y pidan información sobre el apartamento o el chalet que les gusta, pero a la hora de la verdad no se deciden a cerrar la compra.

El vicedecano del Colegio Notarial, Delfín Martínez, reconoce que la evolución no es buena aunque trata de relativizar los datos. Así, señala que en el cómputo de todo el año las ventas a británicos sólo han caído un 5,4%, gracias a la subida que experimentaron en los primeros meses, y que también hay que tener en cuenta que en 2014 y 2015 las cifras se habían disparado. No obstante, también admite que la incertidumbre del «Brexit» va a seguir lastrando este mercado.

Un buen año

En cualquier caso, como recalca Martínez, la buena noticia es que el desplome británico supone una anomalía en la evolución general del mercado inmobiliario alicantino, que sigue creciendo con fuerza gracias a los compradores que llegan de otros destinos europeos y a la reactivación de la demanda nacional. Así, el año pasado se vendieron en la provincia un total de 36.303 viviendas, un 10,26% más que en el ejercicio anterior. De ese total, apenas 4.462 fueron de obra nueva -un 12,29% del total-, mientras que el resto se correspondieron que casas de segunda mano.

Los compradores extranjeros volvieron a ser mayoría, al sumar el 52% de las operaciones, y, además, su número se incrementó en un 8,96% sobre las cifras de 2015, a pesar del descenso de los británicos. La clave estuvo en la mejora que se vivió en otros mercados como el sueco, que aumentó un 32%; el belga, que creció un 16,93%; el alemán (+21,35%) o el holandés (+22,22%). Por el contrario, junto con los ingleses, también descendió el volumen de compradores rusos (-13,91%)