A los pies de las escalinatas del Capitolio, Donald Trump jurará hoy su cargo en Washington como nuevo presidente de EE UU. Medio mundo estará pendiente esta tarde de la ceremonia de investidura de uno de los candidatos más controvertidos que ha habido en la historia de las elecciones norteamericanas y de uno los presidentes - será el número 45- que ha sembrado, antes de su toma de posesión, más incertidumbre en el ámbito político y económico internacional.

Su defensa a ultranza del proteccionismo y sus posicionamientos poco favorables sobre la inmigración y el libre comercio han creado inquietud entre los gobernantes y sectores productivos de todos los países. No en vano, EE UU es la primera potencia mundial.

Para la provincia de Alicante es el cuarto mercado exterior -tras Francia, Alemania e Italia-, al que vende productos por valor de 274,9 millones, según los últimos datos del periodo de enero a noviembre de 2016, que suponen el mantenimiento de una progresión positiva y que en el último balance de comercio exterior se concretaba en un crecimiento del 9,9%.

Una facturación importante y una tendencia al alza que podrían verse frenadas si, finalmente, el nuevo inquilino de la Casa Blanca pone en práctica medidas proteccionistas sobre las que advirtió durante la campaña. Esto significaría, como ya vienen alertando desde Alicante los principales sectores exportadores -calzado, mármol, la actividad agrícola o el juguete- un reforzamiento de las barreras arancelarias, que no harían más que encarecer los productos provinciales a su entrada a EE UU. Por lo tanto, las ventas se verían sensiblemente reducidas.

«En un contexto de globalización, poner barreras es una forma de morir lentamente», subrayaba recientemente el presidente de la Asociación de Empresas de Juguetes de España (AEFJ), el ibense José Antonio Pastor.

Despejar dudas

Las líneas maestras de su mandato que hoy esboce ante los asistentes a su investidura y los que lo sigan en EE UU y en todo el mundo, a través de las retransmisiones audiovisuales, pueden despejar las dudas o temores previos o reforzar la preocupación o incertidumbre sembrada hasta el momento.

La propia vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría confió ayer en que la nueva administración de Estados Unidos, con Donald Trump al frente, dé continuidad a la relación de los últimos sesenta años entre su país y España. «Más allá de las prioridades de una u otra administración, debe haber una continuidad fundamental definida por los vínculos estratégico que cimentan nuestras relaciones en el terreno diplomático, económico, de seguridad y de defensa», subrayó, según informaba Efe.

Una política aferrada al proteccionismo es en estos momentos la mayor preocupación para los empresarios, y, sobre todo, después de sus mensajes al sector automovilístico americano. Mensajes proteccionistas de advertencia que recientemente han obligado firmas importantes a cancelar inversiones en el exterior, concretamente en México, el vecino del sur, y en cuya frontera, además, ha anunciado que construirá un muro.

Negociación

Ante uno de los escenarios más adversos posibles que representaría el aumento de las barreras arancelarias, los sectores alicantinos consideran que la Unión Europea en su conjunto «tendría que negociar con la nueva Administración norteamericana para reducir el impacto de un posible endurecimiento de los aranceles», coincidían recientemente el dirigente del sector juguetero y la presidenta de la Asociación de Empresas de Calzado de la Comunidad Valenciana (Avecal), Marián Cano.

Pero, además de las posibles medidas proteccionistas que pueda adoptar el dirigente norteamericano, los exportadores alicantinos consideran, igualmente de determinante, la cotización de la moneda única con respecto al dólar al inicio y durante la era Trump.

Desde siempre, ya con la antigua peseta ocurría, los empresarios de calzado, del mármol, del juguete, de las alfombras o los productores hortofrutícolas miraban con vital interés el tipo de cambio diario. Porque un euro fuerte - antes la peseta- frente al billete norteamericano frena las ventas a Estados Unidos, pero también a los países que operen con la moneda americana, como los asiáticos, otro de los mercados claves para la provincia.

El euro bajaba ayer en la apertura del mercado y se cambiaba a 1,0641 dólares, frente a los 1,0688 dólares del día anterior.

Estados Unidos es el mercado más acariciado por todos los sectores exportadores desde los industriales del calzado hasta los agricultores, y la contracción de su demanda puede hacer mella en la facturación exterior de las empresas españolas. Pero también otros países.

En la teoría, la apuesta por un mayor proteccionismo podría producir un «shock económico mundial». Esta sentencia la realizaba el director del Instituto de Economía Internacional de la Universidad de Alicante (UA), Antonio Escudero, el mismo día en que se conocía la victoria del republicano Donald Trump sobre la candidata demócrata Hillary Clinton.

El catedrático en Historia Económica consideraba que si el nuevo inquilino de la Casa Blanca elevaba los aranceles a Asia y Europa, podría provocar «una contracción económica a corto y medio plazo y un desplome del PIB mundial». Pero, igualmente, a largo plazo podría conllevar una desaceleración de la propia economía norteamericana. Y un retroceso económico en EE UU y a nivel internacional volvería a incidir negativamente en las exportaciones desde España. Desde la provincia.

De ahí que los sectores alicantinos confíen en que la preocupación que ha sembrado el inicio de la era Trump -incluso antes de empezar- se despeje a partir de hoy; al igual que la incertidumbre creada, ya que este es uno de los factores que más inmoviliza la economía en en cuanto a toma de decisiones empresariales, sobre todo en el aspecto inversor.

El acuerdo TTIP

Otra de las incógnitas que ha abierto el nuevo mandato del republicano es cuál será su postura sobre el tratado de libre comercio TTIP, conociendo su «devoción» por el proteccionismo. El TTIP es una nomenclatura desconocida para muchos, dado que su redacción se ha centrado aspectos más técnicos entre los negociadores norteamericanos y europeos. Es un acuerdo que proviene de la era Obama y que está pendiente de suscribir. Sus siglas responden al nombre de Tratado de Comercio e Inversiones y lo que pretendería es favorecer las ventas al exterior. Aunque en este tiempo se han oído voces contrarias a su firma. Desde la Unió de Llauradors, su secretario, Ramón Mampel, alertaba recientemente de que «deja el mercado en manos de las grandes empresas» y sobre el impacto sobre «las denominaciones de origen, figura que EE UU no reconoce».