Desde que allá por el año 1963 el que está considerado como el primer turista sueco de Torrevieja, Nils Gäbel, decidiera intalarse en esta localidad, el municipio de la Vega Baja se ha convertido en la referencia y la primera opción para la mayoría de los ciudadanos de este país que buscan comprar una segunda residencia en la Costa Blanca. Tanto es así, que en los primeros nueves meses del año los súbditos del rey Carlos Gustavo adquirieron nada menos que 910 viviendas en esta ciudad frente a las tan solo 350 que compraron en la vecina Orihuela. Y eso que la mayoría de ellos -al igual que ocurre con muchos de los nativos- ni siquiera tienen muy claro dónde acaba un término municipal y empieza el otro.

Las escrituras registradas en las notarías de la provincia dejan bien claro que, a pesar del tiempo transcurrido desde que empezó el desarrollo turístico de la zona y de los esfuerzos de integración que se han llevado a cabo en este tiempo, lo cierto es que muchos compradores extranjeros de vivienda siguen mirando el pasaporte de sus vecinos antes de comprar, hasta el punto de conformar auténticas colonias de un solo país. «Hay que tener en cuenta que muchas de las operaciones que se cierran en estos momentos son de inmuebles de segunda mano, que suelen vender a través de inmobiliarias de su propio país, por lo que es lógico que acaben en manos de otros compatriotas. Pero también hay que contar con el efecto llamada, y si en una urbanización hay 200 apartamentos vendidos a ciudadanos ingleses, lo más normal es que el 201 también sea de esa nacionalidad», explica el secretario general de la Asociación Provincial de Promotores (Provia), Jesualdo Ros.

Así, en el caso de los británicos los porcentajes antes citados entre Orihuela y Torrevieja se invierten. Mientras que en el primero de estos municipios se vendieron hasta 816 viviendas a ciudadanos del Reino Unido entre enero y septiembre, en la ciudad de la sal sólo fueron 378, una cifra muy significativa pero muy alejada de la primera.

Otro de los municipios donde se ve esta especialización es l'Alfàs del Pi, donde los noruegos siguen copando casi un 40% de todas las transacciones inmobiliarias y donde incluso hay residencias públicas de este país para atender a sus residentes. En la cercana Calp y en Altea son los belgas los protagonistas del mercado, aunque lo cierto es que en términos absolutos son más numerosos en la Vega Baja.

Los empresarios saben bien lo difícil que resulta mover a uno de estos compradores de sus zonas de confort. «Recuerdo que no había manera de mover a los alemanes de Dénia. Nos costó sangre, sudor y lágrimas traerlos para el sur pero también es cierto que una vez que vinieron los primeros, luego fue más fácil», recuerda el fundador del Grupo Marjal, Francisco Gómez.

El panorama también cambia mucho según se trate de un municipios turístico o uno industrial. Por ejemplo, en la ciudad de Alicante son los argelinos, con 353 operaciones, quienes copan casi un tercio de las compraventas de viviendas que realizan los extranjeros. En Elche o Elda los más numerosos son los marroquís, mientras que en Alcoy y Villena, los mejores clientes internacionales de las inmobiliarias -aunque con cifras muy modestas en comparación con el movimiento que hay en la costas- son los rumanos.

En total, hasta el pasado mes de septiembre, los extranjeros habían adquirido en la provincia 14.229 viviendas, lo que supone un incremento del 13% sobre el año anterior.