La diseñadora Lucía Botella asegura que no puede estar «más contenta» con la decisión que tomó hace algo más de un año y medio de trasladar las instalaciones de su tienda -el establecimiento de trajes de novia Pepe Botella- desde la calle Bazán hasta la Rambla de Alicante, aprovechando el local que dejó una sucursal bancaria. En este caso, el Banco Sabadell. «Allí a las seis de la tarde ya no pasaba nadie y en la Rambla siempre hay gente. Hemos ganado muchísimo en visibilidad y seguimos muy cerca de la zona de las novias», asegura. Es un ejemplo de las oportunidades de mejora que están encontrando numerosos negocios en el repliegue que protagonizan las entidades financieras desde el inicio de la crisis y que ha supuesto ya la desaparición de 648 oficinas, el 37% de todas las que existían.

O, visto desde otra perspectiva, la salida al mercado de cientos de locales comerciales, generalmente bien ubicados y en buenas condiciones de conservación, lo que los hace especialmente apetecibles en un momento en que el consumo se empieza a reactivar, como explica Cristina Casamayor, de la inmobiliaria del mismo nombre. «Al menos los que están en zonas céntricas, suelen tener bastante buena salida porque los bancos elegían las mejores ubicaciones y el tamaño también suele ser el adecuado para un comercio», asegura la experta que, no obstante, advierte de la casuística «de lo más variado» que se produce con respecto a estos locales y que lleva a que una parte de ellos siga vacía.

Por ejemplo, Casamayor recuerda que durante los años de expansión se firmaron muchos contratos de alquiler «de obligado cumplimiento», aquellos en que el inquilino se compromete a permanecer en el establecimiento por un periodo mínimo de tiempo. En la práctica esto ha supuesto que algunos bancos hayan seguido pagando el alquiler de sus sucursales incluso una vez cerradas, y que los dueños de los locales no hayan tenido ninguna prisa por buscar nuevos arrendatarios.

Entre otras cosas, porque cambiar de inquilinos en estos momentos también supone aceptar la caída que han sufrido los alquileres con la crisis, que en muchas zonas ronda el 30%, cuando no es aún mayor. «Los bancos solían pagar bien y eran un cliente estable, de muchos años, por lo que estos propietarios no están acostumbrados a negociar ni a tener que buscar nuevos inquilinos y se resisten a bajar precios», explica José Antonio Soler, de la inmobiliaria Servicios Integrales Costa Blanca, que recuerda el caso de los dueños de una antigua sucursal por el barrio alicantino de San Blas «que siguen pidiendo 1.000 euros mensuales cuando lo máximo que se paga en esa zona oscila entre los 400 y los 500 euros».

Por el contrario, los propietarios que saben aceptar la nueva situación tienen bastante posibilidades de encontrar quien quiera instalarse. Es el caso de la antigua sucursal de Bancaja en la avenida del Dr. Rico de Alicante, que ya ha albergado una frutería y una charcutería desde que la caja valenciana abandonó el local, y que ahora se ha convertido en la cafetería El Cresol. «Nos gustaba la zona, porque veíamos que era un lugar de paso, y el local nos convenció», explica Cristina Sarrió, que señala que el antiguo despacho del director es ahora la zona infantil del establecimiento. Las enormes cristaleras que ocupan la fachada de arriba a abajo -como suele ser habitual en las sucursales bancarias- fue otro punto a favor.

Traslados

El caso de El Cresol, es decir, el de un negocio que parte de cero no suele ser el más habitual, según afirma el manager de Remax Abaco, Juan Carlos Sempere. «Generalmente son comercios o negocios que ya existen los que aprovechan el hueco que dejan los bancos para mejorar su ubicación. A los propietarios también les convence más, porque un negocio que ya funciona sabes que te pagará a final de mes», señala Sempere. De hecho, el experto asegura que se dan muchos casos en que son los propios dueños quienes ofrecen sus locales con importantes rebajas a los pequeños empresarios de la zona, con el objetivo de atraerlos, lo que ha llevado a una caída de los alquileres en determinadas áreas donde la demanda de bajos comerciales aún no es tan fuerte como en el centro de las ciudades. Sempere también llama la atención sobre el hecho de que haya un buen número de farmacias entre los negocios que se han trasladado en los últimos años a antiguas sucursales bancarias, en este caso, para convertirse en propietarios. «En las zonas de expansión, los bancos solían tener sus oficinas en propiedad y cuando se marchan las suelen dejar a buen precio», explica el responsable de Remax.

Ahora está por ver si el mercado podrá seguir absorbiendo nuevos locales ya que el goteo de cierres de la banca todavía no se ha detenido. Entre enero y junio de este año bajaron la persiana otras 28 sucursales, a las que hay que añadir las oficinas que, desde entonces, han desmantelado entidades como el Santander, el BBVA, el Sabadell o el Banco Popular.