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Eternos precarios

El paro, los trabajos temporales, los bajos salarios y las dificultades para acceder a la primera vivienda frenan la emancipación de los jóvenes alicantinos

Eternos precarios

La alianza de factores adversos como una elevada tasa de paro, empleos temporales y bajos salarios aleja cada vez más a los jóvenes alicantinos de la ansiada emancipación. Esa especie de «contrato social» que venía marcando la tradición y de cuyo «articulado» se interpretaba que cuando un joven se incorporaba al mercado laboral -hubiera ampliado sus estudios básicos o no- y percibía un salario, solía tener acceso a la compra de su primera vivienda y, en su caso, poder formar una familia.

Pero el largo periodo de crisis -y ya antes con el «boom» inmobiliario que encareció el precio de los pisos para los que querían empezar una vida independizada del hogar familiar- ha tambaleado los pilares de aquella especie de modelo social y casi ha dejado en desuso el vocablo emancipación del diccionario habitual de los jóvenes.

Porque en la provincia hay más de 10.700 menores de 25 años que no tienen trabajo. Porque la tasa de paro juvenil está en el 40,8%. Cierto es que es un nivel muy inferior al 65,9% que marcaba a finales de 2013. Y, también, porque el 92% de los 83.334 contratos realizados a menores de 25 años en Alicante entre enero y septiembre de este año era de carácter temporal, frente al 88% que representaba en el mismo periodo en 2011, según un informe del sindicato UGT.

Ahora, «sólo dos de cada diez jóvenes (hasta 30 años) de la Comunidad se emancipan y sólo uno de cada treinta vive en su propia casa; consigue independizarse en solitario, sin tener que compartir piso, por lo que puede comenzar a hacer su proyecto de vida», detalla Francisco Marco, presidente del Consejo Local de la Juventud de Alicante

La falta de oportunidades que ofrece el mercado laboral alicantino conlleva «una fractura del contrato social», resumía Pedro Ródenas, de 28 años, arquitecto e ingeniero de edificación que estuvo más de tres años en paro y ahora se siente «un afortunado» porque lleva año y medio trabajando, aunque en labores más vinculadas con el área de contabilidad que con las de la profesión que estudió. Pese a ello, como miembro del Consejo Local de la Juventud de Alicante y de Aposta Jove, de UGT, reivindica a las administraciones «medidas que hagan posible la emancipación». «Una política seria y real que acabe con la precariedad laboral o el paro. Y que el empleo juvenil se contemple como un derecho, al igual que en países del Norte de Europa», subraya.

Un puesto de trabajo estable en estos tiempos que corren es casi una «utopía», admitía Francisco Marco. Entre enero y septiembre, sólo un 5,02% de los contratos a menores de 25 años tuvieron un carácter indefinido en la provincia, cuando cinco años antes -incluso en plena crisis- el porcentaje era superior. Se situaba en el 7,39%, según el estudio de UGT.

«Ahora, cada tres o seis meses cambias de trabajo y, además, son diferentes. Cada cierto tiempo tienes que reinventarte», aseguraba Marco. «Cuando encuentras un trabajo, es temporal, por lo que la mayoría estamos pendientes de si nos lo renuevan o no. Así, cómo vamos a emanciparnos. Y el que tiene suerte de acceder a un contrato a jornada completa es sólo por pocos meses», redunda Pedro Ródenas. Pero también los hay que cuentan sus renovaciones por semanas. En el conjunto de la contratación temporal en la provincia, «el 20% dura siete días», según denuncia Yaissel Sánchez, secretaria territorial de UGT en l'Alacantí-La Marina.

Cuando un grupo de amigos jóvenes se encuentra en una cafetería o en la calle, «la máxima alegría que cuenta alguno es que le han renovado el contrato y ha cobrado un sueldo que parece digno», señala Francisco Marco, un alicantino de 27 años, que en septiembre terminó la carrera, también de Arquitectura, como Pedro. «Pero en enero me mudo a Barcelona para trabajar allí. Soy uno de los que tienen que salir de sus municipios porque no hay ofertas laborales».

Y entre los que se quedan con empleo, muchos tienen que asumir trabajos a media jornada o por horas. Hasta septiembre, los empresarios alicantinos han realizado 48.040 contratos a tiempo parcial a menores de 25 años, una modalidad que desde hace cinco años se ha incrementado un 59,82%, si se tiene en cuenta que en el mismo periodo de 2011, el número de formalizaciones a tiempo parcial para jóvenes fue de 30.059.

En medio de este adverso contexto laboral, aparece otro de los graves problemas que sufren, en mayor medida, los jóvenes trabajadores, como son las bajas retribuciones salariales. «Cuando estábamos en el instituto pensábamos que era una desgracia aquel joven que trabajaba y era mileurista y ahora casi es una suerte para el que cobra mil euros», lamenta Francisco Marco.

Pedro explica que tiene una amiga «con un contrato de formación de unas ocho horas y el salario que percibe es de 720 euros. Y cuando termina la jornada, tiene que realizar una sesión de formación online obligatoria, que supone dos horas más», explica el joven, quien denuncia que, con estos ingresos, «cómo puede uno emanciparse, si, además, el precio medio que suele pagar un joven por el alquiler de una vivienda es de 400 euros». «Nos supone una prueba casi insuperable llegar a final de mes», exclama Francisco.

Marco cuenta que, al igual que muchos jóvenes alicantinos, él durante un tiempo pudo independizarse, pero la falta de oportunidades laborales le obligó a «volver a vivir con mis padres». Y, aunque en enero tendrá un empleo, se convertirá en uno de los que tienen que emigrar fuera de su ciudad. Se irá a Barcelona.

Aunque otros, incluso, tienen que salir de su país. De acuerdo con los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) a 1 de enero de este año eran 27.182 los alicantinos de entre 20 y 49 años que tuvieron que irse al extranjero en busca de una oportunidad laboral. El presidente del Consejo Local de la Juventud de Alicante, y también a nivel autonómico, explica que, con este panorama, los jóvenes «estamos entrando dentro de la brecha social. La hucha de las pensiones se agota, nosotros seguimos sin emanciparnos y no podemos crear una familia; no aumenta la natalidad, porque no tenemos empleo con el que salir adelante. Una pescadilla que se muerde la cola y que hace que nuestro futuro se vea cada vez menos seguro».

Francisco Marco incide en la «utopía» que supone ahora para muchos crear una familia. Y en el hándicap que pesa sobre los jóvenes, «porque al final hay un reloj biológico para tener hijos y otro socio-laboral, que coinciden sobre los 30 años. «Si a esa edad todavía no tenemos casa independiente, ni empleo, ni podemos crear un proyecto de vida, es que algo no se termina de hacer bien en este país», subraya. Por eso, estos miembros del Consejo de la Juventud en Alicante reclaman a las administraciones y al nuevo Gobierno medidas que acaben con la precariedad y el paro juvenil.

«Políticas activas de empleo reales, porque, al final, las medidas que se toman se concretan en darnos cursos. Y no queremos seguir formándonos eternamente, acumular títulos, sin poder demostrar esa formación y lo que valemos en el mundo laboral», reivindicaba Francisco Marco. «De hecho, la UE ha instado al Gobierno español a que invierta el dinero destinado a políticas de empleo que no ha gastado», denuncia Pedro Ródenas.

La posibilidad del acceder a la primera vivienda es otro factor importante que determina la viabilidad o no del proyecto de vida al que toda persona aspira. «Hay quienes a los 30 años tienen que volver a casa de los padres porque no pueden afrontar los gastos, bien por tener sueldos bajos o haber sido expulsado del mercado laboral», incide Francisco Marco.

Con los escasos ingresos y recursos con los que sobreviven muchos jóvenes en España y la provincia, la posibilidad de adquirir una vivienda, se plantea «tan lejana», lamenta Pedro Ródenas, de Aposta Jove, de UGT. «Con los salarios tan pequeños que se cobran, y con los actuales precios de la vivienda, acceder a un préstamo hipotecario es casi inviable, porque los requisitos que piden los bancos son muy elevados», añade el representante de Aposta Jove.

La opción del alquiler viene a ser la alternativa para los que se independizan, bien compartiendo piso o en solitario. Pero tanto Francisco Marco como Pedro Ródenas consideran «muy oneroso» también el coste del alquiler para el nivel actual de ingresos de los jóvenes. Por ello, demandan a las administraciones lanzar o recuperar incentivos que les permita el acceso a la vivienda.

Hablan de las ventajas fiscales que existían hace unos años para los que arrendaban una casa a menores de 35 años. «Ahora, sin esa medida, los alquileres se han encarecido», añade.

Pero, igualmente, se refieren a las deducciones que había por la adquisición de una vivienda, «por las que te podías desgravar la hipoteca. Pero eso se acabó hace unos años y el Gobierno debería reactivarlas», coinciden ambos jóvenes.

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