A pesar de la mejora de los últimos dos ejercicios, la situación del comercio alicantino aún dista mucho de la que presentaba antes del estallido de la burbuja inmobiliaria y de que el paro obligara a las familias a apretarse el cinturón. Los buenos datos de periodos como la Navidad, con facturaciones ya cercanas a las que había antes de la crisis, o del verano, cuando la mayor presencia de turistas internacionales impulsa las ventas, no logran mantenerse el resto del año, lo que ha dado lugar a una recuperación con demasiados dientes de sierra que no permiten un crecimiento sostenido del negocio.

El resultado es que, a día de hoy, el gasto per cápita en bienes de consumo -los que se compran en las tiendas- sigue siendo en el conjunto de la Comunidad Valenciana casi un 18% inferior al de 2007, de acuerdo con los datos del Informe Anual de la Distribución Comercial Minorista que elabora el Pateco, el organismo participado por el Consell y las Cámaras para impulsar el sector. En concreto, frente a los 3.886 euros que cada residente se dejaba en los establecimientos ese año, en el último ejercicio la cifra fue de 3.204 euros, es decir, 682 euros menos, a pesar de que creció un 2% con respecto al año anterior.

De ese presupuesto total, casi un 60% -1.899 euros- se va en bienes diarios de primera necesidad que, lógicamente, son los que mejor han resistido el golpe, con un retroceso sobre 2007 de tan solo un 2,6%. No obstante, dentro de este apartado también se han producido cambios a lo largo de la crisis para adaptarse a la nueva realidad. Así, los alicantinos gastan ahora un 12% menos en artículos de higiene y cuidado personal, con un total de 156 euros en 2015, en parte por el avance de las marcas blancas y los nuevos formatos; y, al mismo tiempo, han aumentado un 6%, hasta los 358 euros, lo que invierten en ultramarinos, es decir, en pastas, conservas o legumbres, productos que permiten estirar más la compra semanal.

Mucho peor es la evolución del gasto en productos de equipamiento personal, precisamente un sector al que recurrieron un gran número de desempleados para montar su propio negocio, ante la falta de alternativas laborales. En este caso, la inversión media por habitante se sitúa en 532 euros al año, lo que todavía supone un 33,5% menos de lo que se destinaba antes de la crisis. En concreto, la ropa se lleva 377 euros del presupuesto (un 33,5% menos), el calzado otros 119 euros (-30,7%) y los artículos de viaje y otros suman 34 euros, un 34,36% menos.

Como explica el secretario general de la Federación Alicantina del Comercio (Facpyme), Francisco Rovira, además de la persistencia de una elevada tasa de paro y de la pérdida de poder adquisitivo que se ha producido durante la recesión, este tipo de establecimientos también han acusado el golpe de los cambios que se está registrando en el clima. «El verano ha ido relativamente bien, pero ahora hay un parón porque hace calor y nadie compra ropa de invierno. Es más, muchos tienen sin estrenar el abrigo del año pasado y no van a gastarse más», explica a modo de ejemplo.

De hecho, según Rovira, estos altibajos son la principal característica de la recuperación del consumo, «que no consigue marcar una línea ascendente sostenida», se lamenta el portavoz de los comerciantes. Una situación de la que también responsabiliza a la precariedad y los bajos salarios que se pagan en el mercado laboral actual.

Esta precariedad también está detrás de que la demanda de vivienda para residencia habitual siga deprimida, lo que se traduce en una menor facturación de las tiendas dedicadas al equipamiento del hogar. El gasto por persona llegó a superar los 547 euros anuales en 2007, en pleno «boom», pero actualmente la cifra sólo llega a los 307 euros, un 43,8% menos, el apartado que más cae de todos. Dentro de él, sólo el textil-hogar consigue aguantar medianamente el tipo, al caer «únicamente» un 25%, mientras que segmentos como el de mobiliario, electrodomésticos o el de la climatización aún facturan menos de la mitad que antes de la crisis. Por último, el resto de productos de consumo ocasional, como libros, cultura o tecnología anotan una bajada de 21,18%, de 589 a 464 euros.

Con todo, hay que señalar que la mejora de la economía y del empleo han permitido que, por primera vez desde el estallido de la crisis, el año pasado abrieron más locales de los que cerraron en la provincia, lo que permitió finalizar el ejercicio con 26.164 tiendas en funcionamiento, 234 más que el año anterior. Eso sí, todavía deberían abrir otro millar para recuperar todo el tejido empresarial destruido en este tiempo. Al respecto, desde Facpyme recuerdan que, además de la crisis, el principal reto al que se enfrenta el sector son las nuevas tecnologías y la adaptación de las tiendas tradicionales al comercio «online».