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Secretaria general de CC OO en l´Alacantí-Les Marines

«Creo que las centrales deberíamos reforzar la acción sindical en las empresas»

CC OO ha celebrado esta semana en Alicante los 50 años del sindicato. Con una larga trayectoria a sus espaldas durante la clandestinidad y la Transición, CC OO encara el futuro con nuevos retos aflorados tras la crisis

CC OO ha cumplido ya 50 años.¿Hacia dónde camina el sindicalismo de hoy?

Tiene que caminar hacia un espacio donde la exigencia al poder político sea el de reparar derechos conquistados por los trabajadores. Y hago referencia a la derogación de las reformas laborales. El futuro sindicalismo debe llevar su acción a organizar sectores que están precarizados, los que no están en ningún lado pero que están sufriendo la ausencia de regulación laboral y que, sobre todo, son víctimas de las nuevas unidades de externalización y de la ofensiva empresarial para debilitar el marco de los convenios colectivos. Hablo de la externalización en servicios de hoteles, que tienen una altísima precariedad, de los teleoperadores en las subcontratas de empresas de telecomunicaciones o de los trabajadores autónomos. Son ámbitos en los que las empresas intentan segmentar las plantillas y debilitar la capacidad de la intervención sindical.

Hay voces en el sindicalismo que hablan de volver a los centros de trabajo, haciendo alusión a que se habrían alejado. ¿Qué piensa?

Ya estamos en los centros de trabajo. Sí creo que las centrales deberíamos reforzar la acción sindical en las empresas y reivindicar nuestra presencia en las mismas. En la celebración de los 50 años en Alicante, me gustó la intervención de Paca Gabaldón, del Hospital General, sobre la necesidad de los sindicatos. Creo que podemos representar ese espacio de cuidado de las personas, en el que protegemos a otros, a la vez que nos autoprotegernos. Paralelamente, otro de los retos sería la exigencia de nuevos derechos para facilitar la representación sindical en sectores que ahora están desprotegidos. El poder político no puede estar tan alejado de las necesidades de los trabajadores ni de lo que significamos los sindicatos en un marco de relaciones democráticas.

¿Es que no tienen interlocución?

Sí. En el Parlamento los grupos progresistas de la izquierda se han hecho eco de las reivindicaciones de los sindicatos para la revisión de las pensiones. Pero creo que tiene que hacerse desde la base. Tienen que generarse mayores espacios de encuentro de los partidos políticos con la clase trabajadora en los territorios concretos.

¿Por qué los jóvenes entienden más la lucha por la sostenibilidad del planeta o los aspectos sociales que por sus derechos laborales?

Porque hoy, un joven se está insertando en el mercado laboral con un contrato -y no digo que siempre sea un empleo digno, digo un contrato- a edades muy tardías. El primer encuentro de los jóvenes con el mundo del trabajo está siendo la economía sumergida. Y nosotros ahí no organizamos porque no llegamos. Los jóvenes no se sienten como trabajadores; se perciben como un precariado que parece que no tiene que ver con los sindicatos. Desde los poderes públicos se debe luchar contra esa economía sumergida y dotarnos a los sindicatos de más herramientas para poder intervenir en esos lugares y tener mayor acercamiento a esos colectivos. Tener representantes sindicales con garantías y sin ser perseguidos. Porque muchos delegados lo están siendo. El Gobierno y el mundo conservador empresarial han generado unas alianzas fantásticas en estos años. Además, la Administración también debe reforzar con personal sus unidades de control e inspección en este ámbito.

¿Qué formulas barajan para poder atraer a los colectivos más jóvenes al sindicato?

Creemos que el sindicato debe rejuvenecerse. Tenemos que incorporar sus demandas. También es cierto que los jóvenes están en un mundo precarizado al que nos es difícil llegar por la escasez de recursos. Aun así, el sindicato tiene que afrontar esos retos y dar atención a los jóvenes. Y esa una exigencia de los delegados que están en las empresas. Pero es que también desde la Administración y el ámbito empresarial no se respetan más las claves del juego democrático, que nos reconoce a los sindicatos la intervención e interlocución en los conflictos. Si no es así, difícil es llegar a esos sectores más precarizados. Ahora, sí es cierto que el relato sindical de CC OO tiene que incorporar y reforzar elementos que convoquen más a los jóvenes como los temas medioambientales y de sostenibilidad.

Y en el actual escenario socio-político, ¿qué cree que hace falta que para superar el hartazgo de los ciudadanos?

Uno no puede estar hablando de generar espacios de convergencia, de alianzas y de confluencia; hablar políticamente de desplazar a los que han gestionado esta crisis y que luego, a la hora de tomar decisiones, haya un mundo entre lo que dicen y lo que son capaces de hacer. Cierto es que cuando uno quiere tomar el poder político, tiene que dirigirse a una población mayoritaria y tener un discurso firme, pero no puede estar dando bandazos...

¿A quién está lanzando esa pulla, al PSOE, a Podemos..?

A toda la franja de la izquierda. Estos partidos han sido capaces de ejercer alianzas políticas en muchas poblaciones, pero luego se ve una incapacidad para generar proyectos políticos de verdadero cambio. Es verdad que los tiempos están muy complicados, con un marco de Gobierno que lo único que hace es generar desconfianza y cuando con los corruptos no pasa nada. Son condenados legalmente después de años, mientras que a un trabajador que se le dice que ha incumplido su parte del contrato, se le despide inmediatamente y cae en la pobreza.

Tras 50 años de historia de CC OO, las reivindicaciones laborales parece que son similares a las de hace unas décadas: salario y trabajo dignos.

Parece mentira. A veces, nos dicen que usamos un lenguaje decimonónico cuando hablamos de explotación laboral, de capitalismo o de lucha de clases. Podemos intentar llamarlo de otra manera, pero es que las desigualdades existen. Y el pilar del poder sobre el que se sostiene el mundo pasa por generar un marco de privilegio y desigualdades donde se necesita que unos no tengan derechos para que élites, oligarquías, burguesías que manejan esos centros de poder, tengan esos privilegios. Y eso pasa en todo el mundo. Hay pobres aquí, en Madrid, en París, en Guatemala, en India...

¿Hay reivindicaciones de entonces que tendrían vigencia hoy?

Sí, los temas de la libertad sindical por la ofensiva contra estos derechos democráticos. Hay muchas personas que tienen causas penales abiertas por su participación en huelgas o manifestaciones. Y todavía despiden a nuestros delegados por ejercer los derechos sindicales en el ámbito empresarial. También hay gente a la que la despiden de sus puestos de trabajo y se les empobrece porque hay prioridad para aumentar la tabla de los beneficios con respecto a la de los salarios. Y también hay personas a las que se sigue desahuciando, que se quedan sin sus casas. Se desahucia a personas mayores. Esa es una de las expresiones más grandes de la pobreza en este país. Y, asimismo, hay gente que está yendo a trabajar sin cobrar.

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