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La banca sentencia los depósitos

El dinero que los alicantinos tienen aparcado en cuentas corrientes bate récords ante la falta de rentabilidad de las imposiciones a plazo y la desconfianza hacia el resto de alternativas

La banca sentencia los depósitos

Los alicantinos nunca habían tenido tanto dinero en sus cuentas corrientes. Y no es que sean más ricos que nunca, sencillamente, ya no saben donde guardarlo ante la falta de alternativas que les convenzan. El hundimiento de la rentabilidad de los depósitos a plazo ha llevado a que cada vez un mayor número de ahorradores se niegue a renovarlos y opte simplemente por dejar el dinero aparacado en la libreta para, al menos, tenerlo disponible en caso de necesidad. Por si esto no fuera suficiente, las propias entidades han tirado la toalla y ya ni siquiera ofrecen de forma activa este tipo de imposiciones a plazo a sus clientes, ya que no les generan ningún tipo de beneficio y no tienen ninguna necesidad de captar fondos de particulares cuando los mercados mayoristas internacionales están llenos de liquidez a tipos negativos.

Así las cosas, el volumen de ahorro que los alicantinos tienen en depósitos a plazo se ha desplomado desde los 19.990 millones de euros que tenían al finalizar 2013 -cuando empezó la caída de los tipos de interés- hasta los 11.468 millones que se registraban en junio de este año, según los últimos datos del Banco de España. Una fuga de más 8.500 millones de euros -un 43%- que está lejos de haber acabado, si se tiene en cuenta el nulo interés de la banca por frenarla.

Los esfuerzos de las entidades por vender otras alternativas -fondos, seguros de ahorro, etc- y el aumento del consumo han absorbido algo más de la mitad de ese dinero, pero la otra mitad se ha quedado en las cuentas corrientes a la espera de tiempos mejores. De esta forma, el volumen de ahorro en simples libretas ha pasado de 14.517 a 18.439 millones de euros en apenas dos años y medio.

Se trata de la cifra más elevada de toda la serie histórica que ofrece el Banco de España sobre la provincia y significa que dos de cada tres euros que los alicantinos tienen ahorrados ya está en cuentas corrientes, de forma que se ha invertido la proporción que existía hasta ahora y que situaba los depósitos como la opción mayoritaria que tenían los residentes de la provincia para guardar su dinero.

Este trasvase no puede sorprender si se analiza la evolución de los tipos a los que se remuneran los depósitos a plazo. Entre los años 2008 y 2010 ya se produjo una significativa salida de caudales (ver gráfico) cuando los intereses medios cayeron del entorno del 4% a poco más del 2% al inicio de la crisis económica. Sin embargo, la posterior estabilidad permitió una cierta recuperación hasta que el nuevo descenso de los tipos iniciado en 2013 llevó al desplome actual. Así, la media de las cada vez más escasas imposiciones a plazo contratadas se situó el pasado mes de agosto en apenas un 0,17% de rentabilidad anual, según datos oficiales del Banco de España, y la cifra se antoja incluso elevada en comparación con lo que ofrecen en estos momentos las principales entidades a través de sus webs.

Así, Bankia paga un 0,10% por sus depósitos de hasta un año y un 0,15% si el plazo son 13 meses, según informa en su web. El BBVA o el Sabadell se quedan en el 0,05%. La antigua Cajamurcia -BMN- no señala la remuneración y la Caixa y Santander ni siquiera ofrecen ya estos productos en sus respectivos portales. Desde la entidad presidida por Ana Botín reconocen que ya únicamente comercializan depósitos a plazo en sus oficinas y que sólo los venden a aquellos clientes que los demandan explícitamente, ante su falta de atractivo comercial. Algo similar explican en CaixaBank e incluso en el Sabadell, donde admiten que hace ya tiempo que no los ofrecen de forma proactiva, es decir, por propia iniciativa a sus usuarios.

La razón es muy sencilla. Cualquier remuneración que la entidad pague por encima del euribor supone, en realidad, una pérdida, sobre todo si no va acompañada de una mayor vinculación del cliente que permita venderle otro tipo de productos con los que compensarlo. Por eso, en estos momentos una de las grandes apuestas del sector son las cuentas nómina, donde se ofrecen todo tipo de ganchos -desde la devolución de un porcentaje de los recibos hasta la remuneración de una parte del saldo que suele estar limitada a los primeros 5.000 ó 6.000 euros-, a cambio de cumplir, claro está, con una serie de condiciones y de asegurarse unos ingresos mínimos mensuales por parte de los clientes.

Al menos, de momento, ningún banco español se ha planteado cobrar a los particulares por la tenencia de sus ahorros, como sí empiezan a hacer ya algunas entidades en Europa con las cuentas de las empresas

Como señala el analista de iAhorro.com Antonio Gallardo, ante esta situación el sector financiero ha echado la imaginación a volar para ofrecer a los ahorradores alternativas que «se asemejen lo máximo posible a los depósitos tradicionales, aunque tengan poco que ver con ellos». Así, entre el amplio catálogo que se puede encontrar en el mercado destacan los fondos garantizados -cuya rentabilidad suele vincularse en estos momentos a la evolución de un grupo de acciones escogido, normalmente grandes empresas de renombre-, los seguros de ahorro o los SIALP, que es el nombre técnico de muchos de los planes de ahorro a cinco años que el Gobierno impulsó en la última reforma fiscal como alternativa a los planes de pensiones.

A pesar de que los bancos y sus aseguradoras se esfuerzan por incluir en el nombre comercial de muchos de ellos las palabras «depósito», «cuenta» o alguna derivación de las mismas -por ejemplo, la CuentAegon de la compañía homónima-, lo cierto es que sus características no son iguales. Por ejemplo, los fondos garantizados sólo tienen la garantía de la entidad pero no están bajo el paraguas del Fondo de Garantía nacional que cubre hasta 100.000 euros a los depositantes en caso de quiebra de la misma. Y lo mismo ocurre con la mayoría del resto de alternativas.

Además, también hay que tener en cuenta la liquidez, ya que muchos no permiten retiradas anticipadas o para hacerlo hay que vender el fondo en el mercado al precio que cotice en ese momento, que no suele ser el 100% de la inversión, tal y como explica Gallardo.

Hasta ahora, la mayoría de los ahorradores ha aceptado dejar su dinero sin más en la cuenta corriente porque estos años la inflación se ha situado en negativo, lo que ha impedido que las cantidades guardadas de esta forma se devalúen. «El problema llegará cuando los precios vuelvan a subir, seguramente a partir del próximo año, porque entonces estos ahorradores estarán perdiendo dinero», asegura el analista de iAhorro, que pronostica un nuevo trasvase de dinero en busca de algo de rentabiliad. El ladrillo, que ya empieza a atraer de nuevo a los inversores, puede ser el más beneficiado.

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