Imagínese poder revisar el estado de la fachada de un edificio en un momento, sin necesidad de ningún andamio y sin gastar los miles de euros que puede llegar a costar el montaje de esta estructura. O ser capaz de examinar la cubierta de la Basílica de Santa María de Elche o de cualquier otra iglesia monumental para comprobar su grado de deterioro sin que nadie tenga que encaramarse al tejado. Son sólo algunos ejemplos de las múltiples aplicaciones que puede tener la utilización de drones en el sector de la edificación o la rehabilitación de inmuebles, y que han llevado al Colegio de Aparejadores de Alicante a poner en marcha el primer curso de España para instruir a estos profesionales en el manejo de estos aparatos voladores.

«Las posibilidades son muchas y puede ser una buena salida profesional para el aparejador o el arquitecto técnico que quiera especializarse en este tema. La prueba es el éxito que ha tenido el curso, que ha agotado las plazas y tenemos inscritos de medio país», apunta el presidente de Colegio, Gregorio Alemañ, quien asegura que el impacto de esta nueva tecnología en el sector de la construcción «va a ser tremendo en muy poco tiempo».

No es para menos. Dependiendo del tipo de cámara que se acople al dron, se pueden realizar tareas de los más diversas. Desde simples mediciones topográficas de terrenos -hace ya tiempo que el Catastro utiliza estos dispositivos no tripulados para descubrir edificaciones no declaradas- hasta auditorías de eficiencia energética. «Con la cámara termográfica que tenemos en el Colegio, un dron puede tomar imágenes de todos los ángulos de un edificio para comprobar dónde se producen pérdidas de calor y actuar en consecuencia», explica Alemañ. También se pueden utilizar para generar modelos en tres dimensiones de unos terrenos a la hora de planificar, por ejemplo, las canalizaciones de agua de una zona. «O, simplemente, comprobar la última viga del Hotel Bali -el imponente rascacielos de Benidorm- sin más complicaciones», pone de ejemplo el máximo responsables de Coaatiea.

Una normativa restrictiva

Lo primero que recibirán los inscritos en el curso será unas nociones sobre la normativa que regula el uso de los drones en España y que es mucho más restrictiva, según Gregorio Alemañ, que la de otros países europeos. Por ejemplo, para evitar riesgos está limitada su utilización en zonas urbanas o cerca de instalaciones eléctricas. Además, para manejar los aparatos se exige la obtención de un carnet específico. De esta forma, aunque durante el curso se realicen algunas prácticas, quienes estén interesados en centrar su actividad profesional en el manejo de estos aparatos deberán conseguir esta licencia, explica Alemañ. Los demás deberán recurrir a pilotos acreditados para realizar sus tareas. Pero, sobre todo, los participantes aprenderán a manejar los programas para procesar la información obtenida mediante drones.

El responsable de impartir el curso, que se prolongará durante todo el mes de noviembre, será José Manuel Mateo Vicente, arquitecto técnico y profesor de la UA. Los organizadores ya piensan en una segunda edición.