El exsecretario de Caja Madrid Enrique de la Torre negó ayer ante la Audiencia Nacional haber dado instrucciones al resto de usuarios de las polémicas tarjetas emitidas por la entidad, y contradijo a varios de los consejeros que le apuntaron por ser el «interlocutor» de la presidencia en temas de retribución. Además, dejó claro que estas tarjetas no formaban parte de la retribución de los consejeros -que ya recibían 1.300 euros por asistencia a las reuniones de los órganos de gobierno de la entidad- y que su uso debía ser exclusivo para gastos de representación, tales como comidas o transporte relacionados con el desempeño de su cargo.

En la misma línea, De la Torre calificó de «desfachatez» las palabras de algunos exconsejeros, que le atribuyeron a él la obligación de decirles qué gastos eran adecuados y cuáles no. Asimismo matizó que sí se refirió a ellas como «black a efectos fiscales», es porque eran «neutrales» al ser gastos de empresa deducibles. En cuanto al tratamiento fiscal de los gastos, el que fuera secretario de la caja de 1996 a 2009 señaló que nunca dudó de que estaban incluidos en el certificado de retenciones, un discurso idéntico al del exconsejero Rafael Spottorno.

Por su parte, el exministro socialista Virgilio Zapatero dijo no sentirse «capaz» de explicar la naturaleza de la tarjeta opaca de la entidad ni si constituía «una remuneración o una retribución». A pesar de tales dudas, Zapatero reveló que, aunque la caja le dijo que podía disponer de ella para gastos de libre disposición, se impuso «a sí mismo» utilizarla exclusivamente para gastos relacionados con su actividad como vicepresidente, entre ellos, reiteró, «una comida madre pagada con esta tarjeta» con el actual presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri. Hoy está previsto que arranque la ronda de testigos, que empezará con el alcoyano Francisco Verdú.