El presidente de Baleària, Adolfo Utor, denunció ayer la absoluta desvertebración que a su juicio sufre Alicante, donde «no existe liderazgo empresarial ni político» y se ha asumido un «provincianismo llorón y victimista» para ocultar la ausencia de un proyecto estratégico para la zona. Así de contundente se expresó ayer el naviero durante el desayuno organizado por el Foro Club INFORMACIÓN-Universidad de Alicante en el que desgranó las fortalezas y debilidades de la economía y la sociedad alicantinas, y en el que instó a recuperar «el orgullo de pertenencia a la "terreta"». Un acto de carácter estrictamente empresarial y académico, al que acudieron más de un centenar de personas exclusivamente por invitación.

Tras realizar un breve repaso de la historia y de los principales proyectos de Baleària -de la que anunció que este año superará los 300 millones de facturación y que el Caribe y el Norte de África serán sus dos principales focos de expansión-, Utor no quiso esconderse y dejó claro que iba a ofrecer una visión de la provincia muy marcada por su perspectiva como dianense, lo que ya dio una idea de que la disgregación territorial de la provincia iba a marcar buena parte de su discurso. «Muchas veces se nos acusa que desde el Norte miramos mucho hacia Valencia y poco hacia Alicante y yo pregunto, ¿cuántas veces miran desde Alicante hacia Dénia?», inquirió a los presentes.

Por su parte, para sacudirse esa imagen de hombre alejado de los intereses alicantinos que tiene en los círculos empresariales de la zona, reivindicó sus lazos con el resto de la provincia, empezando por el hecho de que hasta el 20% de los aprovisionamientos de Baleària proceden de otras firmas de la demarcación.

Infrafinanciación

En su repaso de la situación económica, Adolfo Utor destacó como fortalezas la diversidad de la provincia «con múltiples capitalidades y especializaciones económicas», su vocación exportadora, la potente industria turística y hasta su sector agrícola. Y en el lado negativo recordó que el PIB de la Comunidad Valenciana es un 10% inferior a la media nacional y que, en el caso de Alicante, la diferencia es aún mayor, cercana al 20%. También citó los problemas de infrafinanciación y de déficit de infraestructuras que arrastra la autonomía y que «Alicante, tal vez, sufre de forma más grave». Igualmente, recalcó el enorme peso de la economía sumergida, «que en algunas ciudades supone el 20% del empleo», y que el auge del ladrillo durante la etapa de la burbuja desvió a la construcción muchas inversiones industriales, aunque aseguró que no es de los que «demonizan» al sector.

No obstante, dejó claro que, pese a todo lo anterior, «el principal problema de Alicante es la falta de cohesión territorial, la falta de liderazgo político e institucional, y la falta de liderazgo económico y empresarial, y de colaboración entre ciudades». Así, definió la provincia como «una red policéntrica de ciudades comarcales con especialización económica» en el que «la capitalidad de Alicante es más que dudosa».

«El sur de la provincia mira a Murcia, el norte a Valencia, Elche quiere disputar la capitalidad a Alicante y ésta nunca se ha sentido parte de esa red policéntrica, nunca ha ejercido ese liderazgo», insistió. A su juicio, debería apostarse por políticas territoriales «que cohesionaran esa red» y señaló, a modo de ejemplo, la oportunidad perdida que supuso la llegada de la alta velocidad a la provincia. «Muchos aún nos preguntamos por qué la estación del AVE de Alicante no está en Benidorm», lanzó, a modo de andanada a los presentes.

La ley penaliza el crecimiento

En cuanto al tejido productivo, el naviero destacó la presencia en la provincia de «empresas modélicas en multitud de sectores» -desde el plástico al mármol, pasando por el calzado o el turismo-, que garantizan una importante diversificación y que pueden ejercer de motor del resto. Sin embargo, también recordó que el 54% de las firmas de la zona carecen de asalariados y que el 96% tiene menos de diez empleados. En este sentido, apuntó que «no hay que defender a las pymes o las grandes empresas», en su opinión, «hay que trabajar para que las pymes se conviertan en grandes empresas». Algo complicado porque «las leyes actuales penalizan el crecimiento de las empresas».

También abogó por convertir el Puerto de Alicante en «la puerta al Norte de África» y recordó que Dénia -«que también es un puerto alicantino, aunque muchos no lo recuerden»- ya es «la puerta hacia Baleares». Del sector turístico, apuntó que Benidorm es la capital de este negocio para toda la Comunidad y que su modelo intensivo «es motivo de estudio en todo el mundo por su sostenibilidad y su desestacionalización», lo que le sirvió para volver a reivindicar su idoneidad como estación del AVE. «Seguramente si se hubiera construido ahí, los que vivimos en el norte hubiéramos tenido más motivos para mirar al sur», apuntó. Igualmente, consideró que debería servir de referencia para otras ciudades turísticas de la provincia.

Y frente a los elogios que se llevó la capital de la Marina Baixa, censuró que la ciudad de Alicante «no ha querido o no ha podido cohesionar su área metropolitana ni establecer ninguna política territorial, ni siquiera con su vecina Elche». Así, dijo, pese a ser la capital administrativa y comercial «su área de influencia es muy limitada».

Territorio desvertebrado

En este punto volvió a insistir en el mensaje principal de su intervención: «Las conclusiones no son nada halagüeñas. El territorio se encuentra totalmente desvertebrado, sin proyecto ni relato común. Cada ciudad es un mundo social, económica y sectorialmente. No existe liderazgo empresarial ni político». Y frente a esa falta de «proyecto territorial», según Utor, «lo que se asume es un provincianismo llorón y victimista». Una filosofía que ha desarrollado un fuerte individualismo. Una desconexión que se da entre las distintas comarcas, pero también entre los distintos sectores productivos y entre éstos y los centros de innovación tecnológica e investigación, como son los institutos tecnológicos -de los que sólo salvó a Aiju, el del juguete- y las universidades de la provincia.

Por lo que respecta a las distintas iniciativas públicas para generar polos de desarrollo -que consideró importantes-, Adolfo Utor recordó los proyectos de Terra Mítica, Ciudad de la Luz, el parque científico o el impulso del tranvía que, según dijo, suponen «mucho ruido y pocas nueces». Tan sólo la presencia de la Oficina Europea de la Propiedad Intelectual (EUIPO) tiene un impacto decisivo en el territorio, a su juicio. Y es que el naviero considera que «la falta de un proyecto estratégico para la provincia se ha sustituido por una política publicitaria que no tiene ningún anclaje en la realidad».

Ya en el turno de preguntas, Utor no tuvo reparos en criticar la escasa visión de los políticos, que sólo trabajan según lo que les dicen sus «gurús de comunicación y las encuestas», es decir, «para el corto plazo». «Hace falta que antepongan la visión a largo plazo sobre el corto plazo, aunque sea a costa de perder las elecciones», apuntó el empresario dianense.

Como conclusión, insistió en que «es imprescindible un liderazgo potente, tanto en las instituciones políticas, como en las organizaciones empresariales con visión estratégica capaz de conseguir las suficientes adhesiones para cohesionar la provincia».

Superar la confrontación

El empresario dianense, cuyo nombre es precisamente uno de los que suena para liderar la regeneración de la patronal provincial, instó a sustituir el discurso «de la confrontación por el de la colaboración». «La promoción de los antagonismos propia de los populismos no puede ser nuestra guía de conducta. Necesitamos más zapadores y menos guerrilleros», apuntó con respecto a la explotación de la confrontación con Valencia. Por el contrario, él abogó por la colaboración entre empresarios y entre ciudades, también entre universidades, institutos tecnológicos y entre instituciones locales, provinciales, nacionales y supranacionales. Todo para conseguir aumentar la competitividad del territorio y elevar la cohesión social y «mejorar el bienestar social de los ciudadanos de las comarcas del sur de la Comunidad Valenciana y con ello recuperar nuestra dignidad y nuestro orgullo de pertenencia».

En esta misma línea, señaló que la provincia de Alicante «cuenta con las potencialidades, tiene los mimbres para seguir desarrollándose». Por ello, aseguró, las distintas ciudades y comarcas están «obligadas a converger». «Debemos, juntos, recuperar nuestro orgullo de formar parte de la "terreta", tarea complicada pero ilusionante», concluyó.