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La alicantina Inaer desarrolla el primer dron español capaz de actuar en incendios

El objetivo es que el nuevo aparato sustituya a los aviones de observación que en la actualidad se utilizan para controlar el avance del fuego y coordinar los efectivos

El primer prototipo del helicóptero no tripulado que desarrolla Inaer. información

Más autonomía, menos gasto en combustible y, sobre todo, menos vidas en riesgo. Eso es lo que ha llevado a la compañía alicantina Inaer a desarrollar el que será el primer helicóptero no tripulado de tecnología española capaz de actuar en un incendio forestal. En concreto, para sustituir a las aeronaves de observación que en la actualidad se encargan de controlar desde el aire el avance de los frentes y de reconocer el terreno para coordinar la actuación de los efectivos desplegados en el siniestro.

Se trata de un proyecto en el que la compañía especializada en la prestación de servicios aéreos de emergencias lleva varios años trabajando pero que acaba de recibir un espaldarazo definitivo tras haber sido seleccionado por la Xunta de Galicia, junto a la multinacional Indra, para el programa con el que pretende propiciar la creación de un polo aeronáutico en Vigo. De esta forma, el Gobierno gallego aportará 20 millones de euros para el diseño del helicóptero no tripulado de Inaer, mientras que la firma con sede en Mutxamel aportará el resto hasta completar los 57,5 millones del presupuesto total de la iniciativa.

«La normativa actual sólo regula el uso de drones de hasta 25 kilos de peso, que apenas pueden llevar unos dos kilos de carga y que no aguantan las rachas de viento ni las condiciones que se dan en un incendio. Tampoco tienen los sistemas de navegación para interactuar con el resto de aeronaves que intervienen en un escenario así», explica el director de I + D de la compañía, José Luis Saiz.

Por el contrario, el aparato que prepara Inaer tendrá unos cuatro metros de diámetro y un peso de alrededor de 150 kilos, lo que le permitirá una carga de hasta 35 kilos y le dará la estabilidad necesaria para soportar las adversas condiciones climatológicas que se dan en estos casos. Además, dispondrá de un autopiloto adaptado a sus funciones específicas que permitirán que trabaje en coordinación con el resto de helicópteros y aviones que se encargan de apagar el fuego, algo clave para evitar accidentes. En este sentido, Saiz se niega a calificar su aeronave como un «dron» ya que tendrá las mismas certificaciones y requisitos de seguridad que un helicóptero convencional.

Trabajos en el mar

Junto con el diseño del aparato, Inaer también trabaja en el desarrollo de distintas aplicaciones informáticas y sistemas expertos que en el futuro permitirán utilizar esta aeronave en todas las situaciones de emergencia y de vigilancia en las que opera la compañía, más allá de su utilización en la lucha contra los incendios forestales para los que inicialmente se prevé su uso. Por ejemplo, la firma de Mutxamel mantiene una colaboración con el departamento de visión artificial de la Facultad de Informática para el desarrollo de un software para localizar manchas de fuel o cuerpos flotando en el mar mediante el procesamiento de imágenes aéreas de la zona. Unas imágenes que en el futuro podrán tomar las cámaras y sensores que transporte el nuevo UAV (acrónimo en inglés de aeronave no tripulada), algo especialmente útil en el caso de naufragios, cuando las tareas de búsqueda se prolongan durante días y la autonomía de los aparatos es clave. La firma, además, también colabora con el campus de Alcoy de la Universidad Politécnica de Alcoy en la investigación del software para mejorar las cámaras y sensores utilizados para este tipo de tareas.

En la actualidad ya existen algunos aparatos similares en otros países europeos pero, según explica Saiz, su adaptación a los requerimientos que exigen estas situaciones de emergencia sería excesivamente cara.

Inaer, con sede en Mutxamel, es actualmente propiedad del grupo británico Babcock International. Opera alrededor de 400 aeronaves en 13 países, de las cuales unas 160 trabajan en España, donde cuenta con unos 1.300 empleados. La compañía tiene adjudicados servicios de transporte aéreo sanitario y también de extinción de fuego en casi todas las comunidades autónomas. Recientemente se vio salpicada por las investigaciones del denominado «cártel del fuego» sobre el supuesto amaño de contratos públicos.

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