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Cuando las trompetas suenan a gloria

La valenciana Stomvi se ha convertido en una referencia mundial

Cuenta Vicent Honorato que las primeras trompetas que nacieron de su fragua no gustaron a los músicos autóctonos, principalmente por una cierta falta de pedigrí. Eran de Mislata. «Fuimos a las bandas de música de aquí para que las probaran y nos dieran su opinión, pero se impuso más el hecho de dónde estaban fabricadas, es decir, en Valencia, que su calidad». Honorato, sin embargo, es de los que piensa que «una negativa no es un fracaso, sino un handicap», de tal modo que, «si me exigen que fabrique el mejor instrumento del mundo, o entre los mejores, porque el número uno no existe, lo tengo que hacer». Y se puso manos a la obra hasta que lo consiguió.

Hoy Stomvi, su empresa con sede en Xirivella, es la única de España que fabrica instrumentos metálicos de viento y se ha convertido en una referencia mundial y objeto de deseo de orquestas clásicas de gran renombre como la de Nacional de España o la Philarmonica de Londres, de solistas de postín y de acompañantes acreditados como los de Jennifer López o Ricky Martin.

Esta aventura nació hace cuatro décadas en el garaje de una casa de Mislata. De profesión matricero -estudió en la Escuela Profesional Sant Josep-, Honorato montó un taller de joyería que tuvo una trayectoria de treinta años, hasta que la crisis económica iniciada en 2007 se lo acabó llevando por delante por la caída del consumo que conllevó la dura recesión. Afortunadamente, este emprendedor había puesto en marcha muchos años antes -a los ocho de abrir su taller- un negocio al margen muy vinculado con su vida personal: la fabricación de instrumentos metálicos de viento. Nieto de un corneta y fundador de banda de música en la citada localidad de l'Horta e hijo de un intérprete de clarinete que también presidía una banda, parece inevitable que Honorato acabara desarrollando algún proyecto relacionado con el mundo de la música.

Partiendo prácticamente de la nada, «empezamos a investigar y, tras al menos 10.000 horas de trabajo, de muchas pruebas y errores, hicimos una primera trompeta que no tenía ni marca». Entonces fue cuando le echaron encima el jarro de agua fría los profesionales valencianos y cuando se armó de coraje para hacerles ver que se habían equivocado.

«Nuestro problema era de marca, no de calidad y lo resolvimos creándola en el exterior», asegura Honorato, quien empezó a ver los frutos de su empeño apenas tres años más tarde, cuando, hacia 1986, presentó sus productos en una feria en Fráncfort y los distribuidores se interesaron por ellos. Fue la punta de lanza. En aquellos años, con apenas 10 empleados en la fábrica y una producción humilde de 60 trompetas al año, el taller de joyería era la fuente de ingresos que sustentaba el negocio musical.

Una coincidencia de esas a las que de vez en cuando la vida se presta, dio un impulso definitivo a la compañía. Fue a principios de los noventa, cuando Maurice André, en aquel momento el mejor trompetista de música clásica, «oyó nuestros instrumentos, le gustaron y acabamos llegando a un acuerdo artístico» de cinco años de duración a través del cual André tocaba con instrumentos Stomvi y esta producía para él las trompetas con el sonido que necesitaba.

Y es que esta fábrica casi totalmente artesanal produce una variada gama de instrumentos casi con voz propia que su propietario no toca porque no es músico, pero cuya singularidad sí es capaz de identificar: «Si dos instrumentos suenan a rojo son iguales y no los diferencio, pero si el mío es de un rojo más intenso lo diferencio del que es ajeno».

Cuando la crisis se llevó por delante el taller de joyería, Honorato trasladó a sus empleados a Stomvi, que ahora cuenta con una plantilla de 38 personas. El emprendedor no quiere desvelar cuál es la facturación anual, pero como tantas otras mercantiles sitúa el éxito de la compañía en la internacionalización y la innovación.

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