Él mismo presumía de ser una de las personas de España que más sabía de elecciones sindicales y del funcionamiento interno de estas organizaciones. Un auténtico «fontanero» del mundo obrero al que sus compañeros atribuyen el éxito en la provincia de la mayoría de las huelgas generales convocadas desde el inicio de la democracia. Un autodidacta que no dudaba en compartir todos esos conocimientos con los más jóvenes y que, hasta el último momento, acudió puntualmente cada semana a la sede de CC OO para ayudar a sus actuales responsables.

Familiares, amigos y, sobre todo, muchos compañeros del sindicato y de otras organizaciones obreras acudieron ayer a la ceremonia civil organizada en el tanatorio de La Siempreviva para despedir a José García Quesada, más conocido como «Chamorro», que falleció el pasado lunes en Alicante tras haber sufrido un accidente cerebral unos días antes.

Empleado de la antigua fábrica de maletas Viuda de J. Climent de la capital, «Chamorro» inició su militancia en el PCE en la clandestinidad y fue durante la Transición cuando «el partido decidió que podía ser más útil en la organización del sindicato, que entonces ya era legal. Una misión que cumplió con creces», recuerda el que fuera secretario general de CC OO en Alicante durante 17 años, José de la Casa.

Así, fue uno de los principales responsables de montar la estructura de la central en la comarca de l'Alacantí al inicio de los años ochenta, cuando Miguel Segarra estaba al frente del mismo, y se mantuvo en la comisión ejecutiva, como secretario de Organización, durante todos los mandatos de De la Casa, hasta el año 2008.

Sin embargo, su salida de los órganos de gobierno del sindicato no mermó ni un ápice su compromiso social, y continuó colaborando con CC OO hasta que le sorprendió la muerte, con 70 años, el pasado lunes. Quienes le conocieron destacan de él «su constancia, su lealtad y su gran capacidad de análisis de la situación económica y política», en palabras de la actual secretaria general del sindicato, Consuelo Navarro, que también echará de menos «el humor negro que se gastaba, que era capaz de hacerte explotar de risa en los momentos más difíciles para rebajar la tensión».

También destacan todos su voracidad lectora, casi «compulsiva, que le hacía llevar dos o tres libros a la vez», apunta José de la Casa. «Tenía una memoria prodigiosa, era capaz de acordarse de los nombres de todos los delegados y un auténtico maestro para los jóvenes», insiste De la Casa, para quien «Chamorro» se marcha «con los deberes muy bien hechos, en lo sindical y en lo personal».