Tiene 39 años y hace seis meses inició su aventura profesional como autónomo diseñador en 3D para distintos sectores, después de años en la construcción. Jordi Martínez trabajaba en un laboratorio donde se hacían los controles técnicos: estudios geotécnicos de terrenos o de calidad de los proyectos de edificación. «Vino el bajón de la actividad y aguanté lo que pude. Como soy delineante y el diseño en 3D me gustaba y era mi hobby, decidí implantarme por mi cuenta. Pensé "si no lo hago ahora, me voy a arrepentir"», explica desde su casa, donde también tiene su oficina.

La iniciativa de Jordi Martínez se encuadraría en el nuevo perfil que está ganando terreno entre los autónomos: con cualificación y un proyecto definido para desarrollar. De hecho, en el tiempo que lleva en el mercado ya realiza catálogos o infografías para empresas del textil, de arquitectura, interiorismo «y también para la industria. En realidad, el 3D tiene un mercado muy amplio, igualmente, sirve para la animación o la cosmética». Poque todo parte de la idea que quiere el cliente «y se puede reproducir en 3D todo desde telas, recreando incluso el ambiente de la sala, o chalets, con infografías ...»

No cuantifica la inversión inicial «porque como era un hobby, en los últimos seis años he ido invirtiendo en el material con el que trabajo ahora. Tenía cuatro máquinas potentes y un servidor, además he ido comprando programas, con lo que la inversión ya la tenía hecha».

Sí arrancó con el plan de ayuda para primeros autónomos, de año y medio. «Comienzas pagando con una cuota de 54euros y luego va aumentando». Tiene ya clientes entre fabricantes de telas o arquitectos que trabajan en la costa para inversores extranjeros, pero admite que la labor más importante sigue siendo el «puerta a puerta». «Te tienen que conocer y, sobre todo, tener un buen producto».