Entras y escuchas: «Hablamos del ego».«¿Quién eres tú?» «Los sueños hay que construirlos». Piensas que te has equivocado de sala. Ibas a conocer cómo funcionaba uno de los Club de Empleo del Servicio Valenciano de Empleo y Formación (Servef), donde un grupo de parados participa en una de las sesiones semanales para potenciar su empleabilidad. Pensabas que escucharías a un técnico ofreciendo las múltiples recetas para encontrar empleo y te encuentras con un equipo entre el que fluye la comunicación con cadencia, sin tensión, pese a que el orientador puede replicarle a uno de ellos que acaba de expresar lo que le gustaría hacer, «¿a qué esperas?» El tono y el conocimiento mutuo que han ido adquiriendo a lo largo del taller hacen que la pregunta no se perciba como un reproche. Ella, en este caso Cristina, a la que le gusta pintar y escribir, (ha estudiado Bellas Artes), responde: «Eso me pregunto yo». «Date respuestas», le aconseja el orientador, quien además le sugiere visitar una página web que podría ilustrarle sobre posibles enfoques a su proyecto.

En estos clubs de empleo -en este caso el del centro del Servef de Isabel la Católica de Alicante- no sólo se trabaja con desempleados que quieren buscar un trabajo por cuenta ajena, también los hay que, identificadas sus potencialidades, pueden iniciar una aventura de emprendimiento. «Estos clubs son útiles para mejorar la empleabilidad, pero también nos ayudan a nosotros a detectar nuevas necesidades», destaca María Isabel Soto, directora del centro del Servef Isabel la Católica, de Alicante.

Al actual club que coordina Javier Escobedo -economista y psicólogo- asiste más de una decena de personas que ha acudido de forma voluntaria para enfocar su empleabilidad. Quizá, por eso, resulta pertinente la primera pregunta de «¿Quién eres tú?». La segunda pretende proyectar esa personalidad en un objeto, en un proyecto, en esa «construcción de sueños».

Una de ellas admite abiertamente que «quizá es que todavía no estoy abierta para ver ese trabajo». «Los sueños hay que construirlos», le contesta Escobedo con voz pausada y tranquila. Quizá, la próxima vez ella se haya dado respuestas. Otra compañera, sin embargo, parece haber dado un paso más. «Tu ya estás en el camino», le dice el orientador. «Sólo, quizá, te falta el marketing».

Como asalariado o emprendedor

Pero el coaching no es tan fácil, la cruda realidad de la situación de paro y la imperiosa necesidad de ingresos aflora en esa persecución de un trabajo o de concretar una iniciativa de autoempleo. «Es que necesito tener un trabajo, de lo que sea, por la mañana para por la tarde dedicarme a lo que quiero», replica Esther. En esta sesión acompañan a Escobedo como orientadores Mar y Julia. Esta última se ha incorporado recientemente. Forma parte de los 34 nuevos orientadores laborales que entraron en junio en los centros del Servef de la Comunidad, especializados en el apoyo a los jóvenes que quieran inscribirse en el programa Avalem Joves. Son refuerzos que forman parte del nuevo enfoque que la Conselleria quiere dar al departamento. No en vano, los servicios de empleo público -estatal y autonómicos- no suelen destacarse por altas tasas de intermediación para encontrar un trabajo a los parados. En abril, la media de intermediación en la colocación a desempleados apenas rozaba el 1% en la Comunidad, cifra similar a otras autonomías, según datos del Servef. La fórmula del «tú a tú» es más recurrente. A través de ella se consiguen un 46% de los trabajos.

Javier, Mar y Julia forman parte de un equipo de nueve orientadores que trabajan en el centro de Isabel la Católica, que cuenta con una plantilla total de 28 personas. Los clubs de empleo, que duran entre cinco o seis semanas, se pusieron en marcha en 1993, «coincidiendo con otra crisis mundial», subraya Escobedo. «Y en 2008 se inició la orientación para los desempleados perceptores de prestaciones de los distintos programas», explica María Isabel Soto. Al final de los mismos, «se tiene entre un 55% y 65% de éxito en la búsqueda de empleo, el emprendedurismo o en conseguir una entrevista de trabajo», afirma Escobedo. El orientador, que llama a los participantes por sus nombres, habla con Jesús, un joven que ha estudiado Bellas Artes y que tardó seis meses en decidirse a participar en uno de estos clubs de empleo del Servef. «Estaba perdido, agotado y no sabía por dónde ir», explica a sus compañeros. Lleva mes y medio y «sigo sin trabajo», pero sí ha realizado una «reflexión interior», planteándose «dónde quiero llegar». Jesús admite haber roto sus barreras sobre el servicio. «Aquí no nos ven como un número. Además, nos conectan con gente».

«Transformar el sufrimiento»

De hecho, esta es una de las herramientas de la dinámica: hacer sus grupos de red por los que están en contacto e intercambian información sobre posibles ofertas, en su caso. Soto redunda en la importancia de estas sesiones «porque hay personas que no se han dado cuenta que necesitan activarse y nosotros le ayudamos a ello». Y es que los orientadores, al principio, lo que se encuentran es «con mucho sufrimiento», asegura Escobedo. A la propia situación de parado, se suman la necesidad de tener ingresos... Un bucle difícil de desenmarañar. El técnico reconoce que la labor de los orientadores «pasa por transformar el sufrimiento en otra cosa».

La entrevista diagnóstico es el primer paso que un parado da al entrar al Servef. «Se ofrece una atención individual y se deriva a las áreas que más se adecúan a lo que necesita el usuario», explica Soto. Tanto en los clubs como en las actuaciones -individual o grupal- se ofrece ayuda para elaborar currículum, hacer entrevistas de trabajo, buscar empleo por internet, tener agenda, identificar alternativas profesionales o para fomentar el autoempleo.