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Fuera es fuera

Fuera es fuera Fernando Alvarado / EFE

Cuidado con lo que pides, que te lo pueden dar. Y ahí lo llevan, un Brexit en todo lo alto. Conocemos los argumentos que han exhibido los partidarios de permanecer en la UE. Los han repetido una y otra vez basados en análisis y exposiciones técnicas. Datos cuantitativos. ¿Conocen ustedes los argumentos de los partidarios del portazo a Europa? Bueno, algo, la idea de volver a ser ellos, de su identidad como nación. Importante, sí, pero no cuantificable. Mucha sensibilidad. Pero poco sentido. Y es que vivimos en la sociedad de las emociones a flor de piel. Somos una sociedad blandita y fofa. Niños caprichosos que ahora les da por una emoción y la quieren. Y la quieren ya. El otro día volviendo en el AVE hubo un pequeño revuelo en el vagón. Dos o tres personas se levantaron de golpe. Miré lo que ocurría y era que había una polilla en la ventanilla. Habría asustado a una de las chicas, pensé. Pero no, qué va. Se levantaron varios viajeros y entre todos desplegaron un operativo para cazarla. Luego la metieron en una bolsa de plástico que agenció uno de ellos. Con la bolsita en la mano estuvieron hasta que el tren se paró en la siguiente estación. Y en Albacete liberaron a la polilla. Y son estas las cosas en las que anda distraída esta sociedad tan sensible. Por eso votamos lo que nos sale. Y si hay problemas ya vendrá alguien a arreglarlo. Cómo si no se explica que le digan a uno que sus ahorros van a valer una tercera parte y aun así votes a favor. La irresponsabilidad al poder. Literalmente. Como los niños de papá que abanderan el populismo. Hijos de la opulencia, que los llama el filósofo Higinio Marín. Por eso me alegro. Me alegro de que haya ganado el Brexit para que de una vez por todas alguien tenga un gesto de firmeza. ¿Te vas? Ahí tienes la puerta. Como dijo hace unos días el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker: fuera es fuera. Por favor, que se empiecen a ver los faroles. Además, qué puñetas, si los ingleses nunca han querido estar aquí. Si entrar, entrar, no han entrado jamás, se han quedaron en el vestíbulo. Y con condiciones especiales. Así que hasta aquí hemos llegado. La Europa de los mojigatos ha muerto. Tiene que empezar la Europa de la firmeza. Si con Grecia se hubiera actuado con firmeza quizás aquellos que votaron «Leave» entre risitas habrían visto lo que vale un peine. Es la hora de que los votantes asuman lo que votan. Fuera es fuera. También de la UEFA, oigan. Estamos en el momento histórico de que Europa sea un conjunto de países alineados con los mismos objetivos. La oportunidad de avanzar y desarrollarse de modo mucho más coherente. Sin privilegios para nadie. Gracias Brexit.

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