La economía de Brasil, la mayor de Sudamérica, completó dos años en recesión en el primer trimestre de este año, cuando el PIB del país se encogió un 5,4 % respecto al mismo período de 2015, y la contracción de este año puede ser histórica, según los datos divulgados por el Gobierno.

El Producto Interior Bruto (PIB) de Brasil ha caído en la comparación con el mismo trimestre del año anterior por ocho veces consecutivas, desde el segundo trimestre de 2014, según los datos divulgados este miércoles por el gubernamental Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE).

El resultado confirma las previsiones pesimistas de los analistas, que esperan para 2016 una contracción ligeramente superior a la del año pasado, cuando la economía del país se encogió un 3,8 %, su peor resultado en los últimos 25 años.

La contracción de este año puede ser aún peor si se tiene en cuenta que, en los últimos doce meses hasta marzo, el PIB brasileño acumuló una retracción del 4,7 %, casi un punto porcentual por encima del crecimiento negativo del año pasado.

De confirmarse esa tendencia, además de sufrir en 2016 su mayor caída económica en 25 años, Brasil encadenará dos años seguidos de crecimiento negativo por primera vez desde la década de 1930.

La situación se agravó tanto que el economista jefe del banco Goldman Sachs para América Latina, Alberto Ramos, en un informe distribuido entre sus clientes, aseguró que Brasil repite actualmente la pesadilla que vivió durante "la década perdida de 1980".

Según Ramos, la economía brasileña ya presenta características de "depresión económica", que definió como una recesión que se extiende por más de ocho trimestres consecutivos y provoca una caída real acumulada del PIB de más del 10 %.

"En solo dos años, entre el segundo trimestre de 2014 y el primero de 2016, la caída real del PIB per cápita de Brasil se acerca a dos dígitos y supera la contracción del 7,6 % acumulada en la llamada década perdida", explicó el economista, para quien la actual producción del país volvió a los niveles de 2010.

El presidente interino de Brasil, Michel Temer, admitió la gravedad de la situación y pidió que empresarios y consumidores confíen las medidas que ha anunciado en los últimos días para, principalmente, sanear las finanzas públicas e incentivar el crecimiento.

"El país -no lo podemos ignorar- está hundido en una de las mayores crisis de su historia, en una conjugación de varios problemas provocados por errores de los más variados que comprometieron la gobernabilidad y la calidad de vida de la población", afirmó.

El mandatario interino citó como agravantes el récord de 11 millones de desempleados, la inflación que "inspira vigilancia" (la de 2015 fue la mayor en 13 años) y el déficit récord en las cuentas públicas el año pasado, que será aún superior este año.

Temer, sin embargo, dijo estar convencido de que es posible revertir la crisis y recuperar la confianza y el crecimiento.

La situación económica, no obstante, también refleja la grave crisis política del país y la incertidumbre generada por la decisión del Senado de colocar a Temer en el lugar de la presidenta Dilma Rousseff, separada del cargo el 12 de mayo mientras responde a un juicio político destituyente por supuestamente haber manipulado los balances de las cuentas públicas.

Algunos economistas destacaron que la economía brasileña tan solo se contrajo un 0,3 % en el primer trimestre de 2016 frente al último trimestre de 2015, su mejor resultado en esta comparación desde el cuatro trimestre de 2014 y muy por debajo de lo esperado por los economistas, que preveían una caída de hasta el 0,8 %.

Pero tal situación fue atribuida al aumento de los gastos del Gobierno de Rousseff en el primer trimestre y probablemente no se mantenga debido a que Temer ya anunció un fuerte ajuste fiscal para enderezar la economía.

En la comparación con el último trimestre del año pasado, la producción industrial se redujo un 1,2 %, la agropecuaria en un 0,3 % y la del sector servicios en un 0,2 %.

En el mismo período, el consumo de las familias se encogió un 1,7 % y la inversión un 2,7 %, en tanto que el consumo del Gobierno, lo único que creció, aumentó un 1,1 %.

La actual recesión es atribuida principalmente a la fuerte caída del consumo de las familias brasileñas, que fue del 6,3 % en el primer trimestre frente al primer período del año pasado, como consecuencia del aumento del desempleo, de la caída de la renta y de la subida de la inflación.

El consumo de los brasileños, impulsado por la reducción de la pobreza y el aumento de la renta, fue el principal motor de la economía hasta hace un par de años.

Pero la debilidad de la mayor economía sudamericana también es explicada por la fuerte caída de la inversión productiva en el país, que en el primer trimestre fue del 17,5 %.