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La franquicia salva la crisis

La falta de financiación y la necesidad de autoemplearse impulsan este modelo de negocio

La cadena Top Queens es uno de los últimos casos de éxito en el mundo de la franquicia. isabel ramón

Las franquicias nunca habían facturado tanto en España como el año pasado. Los 26.482 millones de euros contabilizados en su último informe por la Asociación Española de Franquiciadores (AEF) suponen el récord absoluto desde que esta organización elabora sus estadísticas, incluso por encima de las cifras registradas en 2008, el último año antes de la crisis. Unos datos que son el resultado del importante impulso que ha recibido este modelo de negocio durante la recesión gracias a sus características.

Por un lado, porque ha sido casi la única fórmula que ha permitido a muchas empresas seguir creciendo -o en otros casos, empezar un plan de expansión para compensar la caída del negocio en su mercado natural- en un momento en que los bancos habían cerrado el grifo y la mayoría de firmas no disponía de recursos propios para acometer nuevos proyectos, según apunta el presidente de la AEF, Xavier Vallhonrat. Eso explica que el número de empresas franquiciadoras se haya disparado nada menos que un 40,8% desde el año 2008, al pasar de las 875 redes existentes en aquel ejercicio, a las 1.232 con que se cerró 2015.

Un incremento que también se ha reflejado en el número de locales abiertos bajo esta fórmula, que se ha incrementado en el mismo periodo desde los 58.305 a los 65.810 -un 12,8% más- «y eso a pesar de que también se han registrado miles de cierres, a medida que la crisis económica avanzaba», señala Vallhonrat. «Lo que ha ocurrido es que unos sectores han ido compensando a otros. Por ejemplo, durante los primeros años cerraron miles de locales de franquicias inmobiliarias pero abrieron muchos relacionados con el cuidado personal, como peluquerías o centros de estética», asegura el empresario.

Una curiosa evolución que también tiene mucho que ver con el elevado número de trabajadores que se han visto obligados a recurrir al autoempleo para salir del paro, como también reconoce el presidente de la AEF, aunque no es una opción que recomiende a todo el mundo. «Para montar un negocio hay que tener carácter y no todo el mundo vale o está dispuesto a según qué sacrificios», advierte Vallhonrat.

La provincia de Alicante no ha sido una excepción a este proceso y en la actualidad ya hay hasta 58 empresas con sede en la zona y que cuentan con su propia red de franquicias. Unas firmas que, gracias a este sistema, cuentan con 1.994 locales por toda España y una facturación conjunta de 470 millones de euros, según las cifras facilitadas por la patronal del ramo. Entre ellas hay nombres con tanta solera como el de Chocolates Valor, agencias de viaje como Zafiro Tours, tiendas de compra por impulso como Ale-Hop o cadenas de moda como Cuplé.

Una de las incorporaciones más recientes es la de Top Queens, que también supone uno de los casos de éxito más espectaculares de los últimos años en el sector. En poco más de dos años, el matrimonio formado por Johanna Manzanaro y Alfonso Bayón han logrado conformar una red de franquicias que ya cuenta con 140 tiendas en funcionamiento y que, según sus propietarios, ya tiene cerrados los contratos para poner en marcha otras 150 en los próximos meses.

«La idea fue de mi mujer. Se preguntó por qué cualquier mujer no podía tener diseños similares a los de cualquier gran creador pero a un precio asequible. Creó el concepto del "lujo a precio único de 25 euros"», recuerda Bayón. Con esta idea abrieron su primera tienda en el centro comercial Torregolf de Alicante y, cuando vieron el éxito que tenía su propuesta, rapidamente se plantearon cómo crecer.

En enero de 2014 ya contaban con tres tiendas propias, una cifra que pronto vieron insuficiente y decidieron buscar franquiciados o «asociados», como ellos prefieren llamarlos. «Es un modelo que te permite llevar a cabo un crecimiento más rápido y más solido, y dar un salto mucho mayor», explica Alfonso Bayón. La otra cara de la moneda es el desafío logístico que ha supuesto un crecimiento tan acelerado. De momento ya cuentan con cuatro naves, que suman 18.300 metros cuadrados, dedicadas a estas tareas y no descartan seguir ampliando. También han pasado de comprar ropa confeccionada a incorporar sus propias colecciones, que diseña Johanna. Además, han abierto una segunda cadena dedicada a la moda masculina.

Al otro lado de este modelo de negocio se encuentran emprendores como Víctor Hernández, que decidió entrar en el negocio inmobiliario de mano de la cadena Monapart. No era su primera experiencia con el mundo de la franquicia ya que, con otros dos socios, puso en marcha hace unos años La Chinata, un establecimiento especializado en la venta de productos elaborados con aceite de oliva. Pero la tienda no daba sufiente para vivir exclusivamente de ella a todos los socios y decidió buscar otra salida. Desde en un principio, Hernández tuvo claro que quería otra franquicia: «Es una idea que ya existe y que alguien ha probado y sabe que funciona. Te ahorras el tener que aprender a base de errores y rectificaciones, que es incluso más importante en momentos como el actual, de crisis, y tienes un respaldo desde la central que también es muy valioso», señala el alicantino.

Eso sí, Víctor Hernández se tomó su tiempo hasta decidirse y miró «un montón de opciones». De hecho, su primera idea era montar algún establecimiento de restauración, a pesar de que es aparejador de formación. Sin embargo, el proyecto de Monapart le cautivó y decidió aprovechar sus conocimientos. Esta cadena se define como una inmobiliaria que vende y alquila «casas bonitas». Es decir, «decoradas con buen gusto, en buenas condiciones, con algo especial», señala Hernández. También ofrecen el servicio de reforma. Por eso, casi todas los franquiciados son también despachos de arquitectura.

Precisamente, el negocio de las inmobiliarias es uno de los que se está recuperando en estos momentos gracias a la reactivación de la compraventa de viviendas, tras varios años de cierres masivos. Como ocurre con la economía en general, también el sector de la franquicia se va adaptando a la evolución económica, como explica el presidente de la Asociación Española de Franquiciadores, Xavier Vallhonrat. Por ejemplo, en los últimos años han retrocedido las franquicias de tinrorería y, por el contrario, han crecido enormemente las dedidacad a la lavandería con máquinas automáticas. Otro caso es el de los establecimientos de compraventa de joyas, que crecieron hace unos años y ahora están de retirada. Esta adaptación es otra de las claves que hace que, en su conjunto, el modelo de negocio siga creciendo.

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