«En Marruecos, si te dan un cheque estás seguro de que lo vas a cobrar y, en general, son mucho más formales que en España a la hora de cumplir los compromisos. No hemos tenido nunca ningún problema». Así describe su experiencia en el país magrebí José Manuel Sirvent, el administrador de Confectionary Holding (Turrones El Lobo y 1880), que desde el año 2007 mantiene una explotación de almendros de más de 500 hectáreas en la región de Marrakech, donde también tiene una planta de repelado y muchos proyectos de expansión. Tantos que ha decidido hacerse residente del reino alauí, como acredita el DNI marroquí que exhibe con satisfacción.

Sirvent forma parte del cada vez más numerosos grupo de empresarios alicantinos que está redescubriendo en los últimos años las posibilidades de negocio que ofrece el norte de África y que han apostado por esta región para expandir sus intereses, como ayer se pudo comprobar durante el II Encuentro Mediterráneo de la Empresa Familiar organizado por Aefa, en el que varios de ellos compartieron sus experiencias. Una región a la que Alicante ya exporta casi 270 millones de euros anuales, con un aumento superior al 25% durante el pasado año, y cuya economía presenta un crecimiento potencial casi explosivo para los próximos años.

«Yo lo comparo con lo que era España en los años setenta, un país con trabajadores muy motivados, con ganas de prosperar, cada vez mejor formados y muy alejado de los estereotipos que tenemos de ellos», insiste Sirvent que, eso sí, reconoce algunas diferencias a la hora de hacer negocios, como unas formas mucho más pausadas. «Allí las reuniones rápidas no existen. Se toman más tiempo para las cosas», admite.

«Marruecos nos sorprendió. Hemos visto que es un país moderno y con técnicos muy bien cualificados, y en Túnez nos ocurrió lo mismo», asegura Benjamín González, de la compañía de software para arquitectura Cype, a la que Rabat acaba de adjudicar el desarrollo del programa oficial del Gobierno para validar la eficiencia energética de los edificios del país. «Lo cierto es que hay más distancia entre un español y un francés que entre un español y un marroquí», defiende González. Unas palabras que también suscribe el consejero delegado de Vectalia, Antonio Arias, que también ha realizado prospecciones para poner en marcha negocios en la zona, según comentó ayer.

Desconfianza

La mayoría de los consultados coincide en que la desconfianza suele ser el mayor obstáculo para el desarrollo de los intercambios comerciales entre ambas orillas del Mediterráneo. «Muchos te miran como si estuvieras loco cuando dices que vas a invertir en África», recuerda propietario de El Lobo. Del otro lado del estrecho la imagen de los empresarios españoles tampoco es la mejor del mundo. «Durante la crisis llegaron muchas empresas españolas huyendo de la mala situación que tenían aquí y acabaron dejando muchas deudas», explica el experto marroquí en Cooperación Institucional y Desarrollo de Negocios Nourdine Mouati. Sin embargo, algo empieza a cambiar. «España se ha puesto de moda, incluso la gastronomía, y la percepción ha mejorado», señala Nourdine, que lamenta que no esté ocurriendo lo mismo en España. Eventos como el encuentro que hoy se clausura tratan de corregir esta situación.