La evolución del mapa del tejido empresarial de la provincia refleja una reducción y una progresiva atomización a medida que la crisis iba avanzando y aumentaba la bolsa del desempleo. El tamaño de las empresas se iba adelgazando en relación a los años previos a la recesión. El pasado año, el 54,6% de las 130.438 compañías alicantinas operativas no tenía asalariados, cuando en 2007 éstas representaban el 48,6% de un total de 140.145, cifra esta última que, además, representa un descenso de 9.707 compañías, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Como un resorte para salir adelante, frente a las firmas que cerraban -agobiadas por los impagos y la caída de la demanda- se creaban otras pero con menos trabajadores o de autónomos. Así, se ha ido conformando un «modelo de supervivencia», según denomina el catedrático Joaquín Maudos, también director adjunto del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), donde han tenido un gran protagonismo los jóvenes sin empleo. Aunque esta evolución no es exclusiva de la provincia, «se replica en el total de la economía española, porque el autoempleo ha sido la salida al paro», añadía Maudos.

Y es un modelo que tiene sus riesgos en la reducida tasa de supervivencia de las micropymes y en las dificultades para internacionalizarse en plena era de la globalización, advertía Francisco Menargues, presidente del Colegio de Economistas de Alicante. Ahora, un 92,4% de las empresas activas en Alicante o son de autónomos o tienen menos de cinco trabajadores. Una dimensión «preocupante» no sólo porque frena la internacionalización, sino porque «el futuro que vislumbran para la creación de puestos de trabajo es bajo», añadía el presidente de la Asociación de la Empresa Familiar de Alicante, Francisco Gómez.

El dirigente empresarial advertía, además, de que esta atomización del tejido empresarial va a contracorriente con las recomendaciones de los expertos y de las propias organizaciones empresariales sobre «la necesidad de aumentar de tamaño» para poder ser competitivo. Muchos analistas, incluso, instan a la concentración de las compañías. Además, la conformación de este patrón, «con un mayor peso de las microempresas supone una baja productividad en el conjunto de la economía. Es una rémora para la ganancia productiva», añade Maudos. «Se quiso atajar el desfase de parados y se creó una burbuja de autónomos», manifestaba recientemente Javier Pastor, secretario general de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA) en la provincia, para resumir el efecto que han tenido algunas medidas incentivadoras al emprendedurismo del Gobierno, con las que cree que el Ejecutivo «no ha pisado la realidad». Las bonificaciones fiscales aprobadas por el Gobierno de Rajoy en los primeros meses como autónomos, han dado como resultado el crecimiento de las firmas sin asalariados. En gran medida de jóvenes.

Esta especie de «boom» del emprendedurismo se aprecia en la comparativa entre 2014 y 2015, con un aumento de un 5%, que supone más de 3.400 nuevas empresas de autónomos en Alicante. De 67.892 se pasó a 71.311. Su avance, supuso que el censo total subiera un 3,2%.

Aunque tanto Maudos, como Menargues o Gómez valoran el hecho de que este crecimiento ha supuesto que «la gente tenga trabajo y pueda salir adelante», también insisten en los riesgos futuros por las condiciones en que, en muchas ocasiones, se comienzan estas andaduras profesionales. «Los problemas de la falta de conocimientos financieros, del sector, de formación y el mínimo capital humano, a veces les hace sucumbir», incidía el profesor Maudos. El último informe de la Fundación BBVA y el Ivie revelan que el 61% de las empresas de autónomos no supera los cinco años y que, además de tener una menor tasa de supervivencia, destruyen un mayor porcentaje del empleo inicial con el paso del tiempo.

En el caso de la provincia, la UPTA estimaba que, con datos del pasado año, el 21% de las empresas de autónomos no superaba los tres años.

Esta es una etapa crítica para las jóvenes microempresas que están apareciendo en el mercado. «Debemos trasladar esta problemática a nuestros dirigentes para que se preocupen no sólo de incentivar la creación de empresas, sino también de aprobar ayudas para que éstas puedan crecer y superar la fase crítica de supervivencia», destacaba Francisco Gómez.

Las microempresas también señalan como trabas a su crecimiento algunas barreras fiscales y administrativas. Según el catedrático Maudos, en muchas ocasiones, las pymes deciden «quedarse siendo más pequeñas si al aumentar de tamaño les gravan más». También apunta como otros aspectos que ven como un freno para aumentar su dimensión , la obligación de tener un liberado sindical a partir de un tamaño determinado, o la de hacer una auditoría.

Como se aprecia en la tabla de esta página, entre 2007 y 2008, el número de empresas provinciales creció, si bien en 2009, con la crisis, comenzó a bajar el censo para repuntar el pasado año. Sin embargo, en relación a 1999, Alicante tiene más mercantiles operativas, aunque, igualmente, ha ido perdiendo las de más dimensión.