Nos encontramos en un entorno cambiante, en continuo movimiento. ¿Cómo es el mundo que viene?

Un mundo muy ambivalente, lleno de desafíos y oportunidades a la vez para quien sepa y quiera trabajarlas, en el que surgirán inmensos cambios y también nuevas encrucijadas. Por lo tanto la respuesta no admite planteamientos simplistas, ya que el futuro será tremendamente complejo, poliédrico, incierto y ambivalente.En la economía global se generará una gran polaridad: por un lado, Estados Unidos y, por otro, Asia con China al frente. Emergerán grandes potencias económicas que hoy ya estamos viendo destacar: India, México, Indonesia, Corea del Sur, Turquía, Nigeria entre otras, que serán grandes protagonistas de la economía global. La innovación tecnológica se trasladará a todas las dimensiones de nuestra vida: la fármaco-genómica, nanotecnología, industria del grafeno, entre otros campos.

¿Cree que la sociedad actual está preparada para ese mundo que va a llegar?

Obviamente hay de todo. Hay personas y organizaciones que toman el pulso al presente y a la vez tiene muy en cuenta la prospectiva, lo que está pasando y lo que está por venir, mientras que hay otras a las que cuando se les presenta este discurso quedan profundamente impactadas ya que no son conscientes de los enormes cambios que tendremos en tantas áreas de la realidad: demografía, medicina, esperanza de vida, realidad ampliada, nuevas industrias, nuevos servicios, turismo, ecología...

¿Qué deberían mejorar los empresarios para adaptarse a esa nueva realidad?

Bajo mi punto de vista deberíamos desarrollar el hábito de estar pendientes de lo que sucede en el entorno. Muy a menudo ponemos sólo el foco en lo local, en nuestro mercado más inmediato, y por supuesto en nuestros competidores más directos. Pero es imprescindible levantar cabeza y mirar nuevos horizontes geográficos y temporales, investigar que están haciendo referentes de nuestro sector en otros países. Saber cuáles son los nuevos productos o aplicaciones que se están desarrollando, las tendencias demográficas y económicas, los países del mundo que están teniendo mayor crecimiento y que pueden ser oportunidades de mercado para nosotros en un futuro inmediato.

En alguna de sus obras habla de la crisis? ¿Cree que la sociedad ha aprendido algo de ella en estos últimos años? ¿Y las empresas?

De nuevo, de todo hay. Hay personas y organizaciones que han realizado un gran aprendizaje mientras que otras lamentablemente no lo han hecho. En general, creo que la crisis nos ha hecho más críticos, con más sentido común, más lúcidos, más sobrios, y más solidarios. Eso no quiere decir que todo el mundo haya desarrollado estas capacidades, pero desde luego lo que todavía estamos viendo hoy, tras ocho años del inicio de la recesión, tiene mucho que ver con la mala gestión, con la corrupción y con la estafa, en definitiva, y a estas alturas muchos sabemos que, más que un origen económico, la crisis tuvo su origen en la miseria moral. No estamos inmunizados ante la amenaza de una nueva crisis que pudiera producirse debido a que persisten en gran medida los mismos factores que nos han llevado a ella y que más que en la economía están en la psicología de los que gobiernan y en la población que los sigue votando a pesar de sus evidentes comportamientos corruptos.

Foros como el Encuentro Mediterráneo de Empresa Familiar contribuyen a la formación del empresariado. ¿Cómo debe ser esa formación para alcanzar el éxito a la hora de emprender?

Por supuesto debe ser una formación holística, integral. Históricamente hemos dado mucho peso a la formación cognitiva, mental, al estudiar y aprender para resolver una evaluación que era un examen en papel, cuando en realidad a la hora de emprender es fundamental la experiencia, la práctica y la relación con los demás. Se deberán, entre otras, incorporar contenidos que tengan que ver con la inteligencia emocional y social, para desarrollar la capacidad de gestionar equipos e impulsar talento.