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Brita quiere calar en la comunidad

El área autonómica es el segundo mercado en España del grupo alemán pionero en diseñar y producir un sistema de filtración para desmineralizar el agua

Markus Hankammer, consejero delegado del grupo alemán Brita. INFORMACIÓN

Todo comenzó con un té. Hace unos cincuenta años, cuando el alemán Heinz Hankammer -fundador de Brita, la firma pionera en fabricar las jarras con filtrador de agua- pidió una taza de infusión y no le gustó el sabor. Todo parecía indicar que el secreto estaba en el agua. A partir de entonces, este emprendedor empezó a idear la fórmula y el proyecto empresarial que permitiese conseguir que esa infusión o el café, al que también son muy aficionados los alemanes, tuvieran el sabor más perfecto.

En España, la zona del Mediterráneo y la Comunidad Valenciana, en concreto, es de las «áreas más atractivas» para esta firma alemana y «donde mayor penetración tenemos», asegura Javier Mainar, director general de Brita Iberia. De hecho, la Comunidad sería el segundo mercado del grupo en la península, después de la zona sur.

La compañía facturó el pasado año 14,7 millones de euros en España, donde cuenta con 27 trabajadores. En el país, con aguas con gran componente calcáreo, se comercializan, fundamentalmente, las jarras y entre este ejercicio y el próximo se prevé ampliar la distribución de los nuevos dispensadores para clientes del área profesional y sectorial.

De aquella experiencia de Hankammer con el té nació en 1966 el proyecto empresarial de las conocidas jarras Brita, el primer producto de la firma, a la que bautizó con el nombre de su hija. Comenzó con un filtro para desmineralizar el agua y en 1970 lanzó al mercado el primer sistema de filtración doméstica.

Hoy, esta compañía de carácter familiar, ubicada en Taunusstein -cerca de Wiesbaden-, cuenta con más de 1.400 empleados en todo el mundo y tiene 23 filiales, además de las empresas asociadas repartidas por más 60 mercados. En 2015, facturó 430 millones de euros, un 19% más que en 2014. Y la previsión para este ejercicio, en que la compañía cumple 50 años, es alcanzar los 500 millones, según avanzó el consejero delegado del grupo Brita desde 1999, Markus Hankammer, hijo del fundador, y cuya máxima es «ofrecer al cliente diferentes soluciones durante el día en diferentes situaciones».

Es decir, desde la conocida jarra con el cartucho filtrador y filtros integrados en pequeños electrodomésticos para cuando el usuario está en casa hasta «cuando sale a la calle, a hacer deporte (con la gama portátil), o en el ámbito profesional, en centros educativos, oficinas, en hospitales, en las cocinas de restaurantes, máquinas de café, lavavajillas para bares, máquinas expendedoras de bebidas...» (con nuevos dispensadores que permiten filtrar el agua del grifo). Nuevas líneas y potenciales clientes, estos últimos, con los que hace unos años se reforzó la diversificación de las referencias, al margen de su producto estrella, la jarra Brita, que en estos momentos supone el 70% de las ventas. No obstante, el objetivo de la compañía es equilibrar el porcentaje con las nuevas gamas en los próximos años.

Todos ellos salen de los centros que la compañía tiene en Alemania, en Taunusstein está la sede central, además de los de Reino Unido, Suiza, norte de Italia, y partir de este año en Turquía. China será el nuevo reto. Proyecta construir una planta en 2017, que en una primera fase podrá producir 30 millones de filtros. Según Markus Hankammer, la sede en China se destinará a distribuir en este mercado y el área asiática, en general. En el horizonte también se encuentran Rusia y Taiwán.

En Taunusstein, Brita ocupa una superficie de unos 20.000 metros cuadrados, en un área cerca a la población, y en los que se distribuyen varios centros, que conforman un Campus productivo.

Una máquina que no cesa de cumplir cada paso automatizado hasta completar la producción, higienización, relleno, sellado y embalaje de los cartuchos de filtro (carbono activo e intercambiador de iones en una mezcla estable para optimizar los resultados) es el primer elemento que se vislumbra en el área productiva cuando se visita la fábrica. En global, la producción de Brita se sitúa en torno a los cien millones de cartuchos filtrantes anuales. En la zona de laboratorios se realizan los preceptivos ensayos y test a los productos, así como a los niveles de higienización de las propias salas que conforman las instalaciones de la compañía.

También tiene Brita un área donde se realizan pruebas de agua, a través de catas con técnicos y usuarios (vecinos de la zona que asisten a un curso de formación) para ir verificando la eficacia de sus cartuchos filtradores, de acuerdo con las características de cada una de las aguas de grifo que analizan.

Una «somelier de agua» es la coordinadora de estas pruebas.

La innovación, junto a la sostenibilidad y la adaptación a la demanda de los consumidores son los ejes sobre los que pivota la estrategia de Brita, ahora dirigida por Markus Hankammer. Según el consejero delegado, Brita destina el 5% de sus ventas a la reinversión en I+D. «Desde hace dos años ha crecido la partida para intentar dar más soluciones a lo que el usuario demanda», añadió.

La reducción de las emisiones del CO2 y el reciclaje también forman parte de la agenda del grupo desde hace los años 80. Según Hankammer, «se reutiliza el 60% de los materiales que se usan» en la fábrica.

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