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¿Por qué se encarece la miel?

La sequía y las elevadas temperaturas que registra la provincia aumentan la mortandad de las abejas

¿Por qué se encarece la miel? Áxel Álvarez

Los efectos del cambio climático también comienzan a hacer mella en el mundo de las abejas. La sequía y las altas temperaturas están revolucionando la dinámica de la apicultura provincial. La falta de floración en el campo por la ausencia de lluvias está dejando a las abejas sin comida, y con las altas temperaturas, las reinas continúan poniendo huevos, «desconocedoras» de que, en realidad, es invierno, época de hibernación en la que la colonia debería estar reducida.

La confluencia de todos estos factores se tradujo el pasado año en un aumento de la mortandad de estos animales, en un descenso del 20% de la obtención de miel y en un encarecimiento de los costes de producción de un 15%, según los datos facilitados por la Unió de Llauradors.

¿Por tanto, la miel será más cara? «Puede que suba para el consumidor final, pero no por lo que se paga al productor en el campo», responde Enrique Sánchez, agricultor y apicultor de Novelda.

Este mes de marzo es clave para la nueva temporada de miel. En abril y mayo es cuándo las abejas extraen de las flores el máximo alimento. «Se necesita lluvia. Si llueve aún hay esperanza» para que se pueda paliar la situación. La humedad en el terreno garantizaría una buena floración «no como la adelantada que ha habido en este "invierno primaveral", que ha sido débil y no ha podido compensar la falta de alimento por la sequía», según explicaba Sánchez.

A esta incertidumbre se enfrentan cada día los 417 apicultores que hay censados en la provincia y que cuentan con 54.400 colmenas, según la Unió de Llauradors. «Si iniciamos la campaña de miel de esta temporada con colonias débiles, la cosecha será menor», lamentaba Carlos Muñoz, responsable del sector apícola de La Unió.

La mortandad natural de las abejas es de un 15% en invierno, porcentaje al que habría que sumar un 10% por los factores limitadores de este año, estimaba Muñoz. Pese a que las abejas reinas han seguido poniendo huevos al «creer» que ya habían llegado las buenas temperaturas, las obreras que nacían no tenían alimento y la mayoría moría. Del que podían libar en los montes de la provincia por las floraciones tempranas debido al buen tiempo se encontraban que «la flor no era buena y no podían extraer mucho jugo porque estaban fuera de época», incidía Enrique Sánchez.

No obstante, no es tanto el descenso de la población, «como el debilitamiento de los colmenares» lo que preocupa a los agricultores, advertía Muñoz. Porque «es nuestro instrumento productivo y recuperarlo es muy difícil», subrayaba el agricultor noveldense. Y mantener viva la colmena implica un aumento de costes. Hay que alimentar las colonias para que no se mueran. Los apicultores conocen preparados naturales (miel, polen y agua) o los comercializados «que cuestan más caros».

Y en este esfuerzo para garantizar su productividad, «sacamos de una colmena dos para mantener la misma cantidad», explicaba el representante de la Unió. Pero, además, tienen que recurrir a la alternativa de la trashumancia. «Trasladamos las colmenas a otros puntos donde puede haber floración y eso implica añadir los costes del transporte. Soria, Segovia, Burgos, Teruel... son algunas de las zonas donde los apicultores alicantinos llevan sus colmenas para poder producir miel.

En este invierno atípico tampoco ha ayudado el viento, la lluvia «fuera de tiempo», además de la «fumigación realizada en los nectarinos y melocotoneros en plena floración. Porque los animales al no haber comida en el campo van a los frutales», apuntaba Carlos Muñoz.

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