La espiritualidad es un motor vital; también puede ser un acelerador para industrias como el turismo. Tanto es así que las nuevas autoridades de la Generalitat han puesto sus ojos en la tradición, los templos y la iconografía religiosa como producto potencial para conseguir alternativas y desestacionalizar el modelo más allá del sol y playa.
No es un negocio menor. Capitales espirituales como Roma, la Meca o Jerusalén lideran cada año la atracción de turistas y devotos dentro de unos flujos que, en conjunto, generan un movimiento de entre 300 y 330 millones de turistas, según estimaciones de la Organización Mundial del Turismo.
En España, citando datos de Familitur, aproximadamente el 8% de los viajes se realizan por motivos religiosos, con un crecimiento anual del 1,6%. Se trata de un perfil de mediana edad, que viaja en familia y que se aloja de media en hoteles de tres y cuatro estrellas con estancias de entre tres días y una semana. Su gasto medio es de entre 150 y 200 euros al día, aunque un porcentaje importante de este movimiento también es «low cost», del que se aloja en casas de amigos y familiares.
La Comunidad Valenciana está buscando su espacio en este segmento turístico. La Agencia Valenciana de Turismo de Francesc Colomer, que pretende convertir las fiestas populares en los «grandes eventos», tiene intención de potenciar las fiestas que ya parten con el reconocimiento de la Unesco, como el Misteri d'Elx o La Mare de Déu de la Salut d'Algemesí. «Se va a crear un programa especial que permita su internacionalización y la creación de producto turístico y riqueza alrededor de ellos», apuntan desde la AVT.
Con todo, la gran apuesta pasa ahora mismo por potenciar rutas en torno a universos simbólicos como la herencia de los Borja (Gandia y Xàtiva) y el Santo Cáliz de Valencia. Respecto a esto último, el equipo de Colomer tiene como objetivo impulsar la ruta del Santo Grial en su trayecto en territorio valenciano: un camino que parte del Santuario de San Juan de la Peña, en Huesca, y termina en la Capilla del Santo Cáliz, un discreto rincón de la Catedral de Valencia por el que pasan ahora mismo 300.000 personas al año, según fuentes del Arzobispado, y que se ha hecho un hueco en las rutinas de guías turísticos y cruceristas.
También se están haciendo trabajos, aunque a menor escala, para dar presencia a las juderías y vestigios del pasado hebreo en ciudades como Sagunt o Chelva. El turista israelí, de hecho, puede convertirse en un nuevo ingrediente para el cóctel del turismo religioso valenciano. A partir del 10 de abril, la compañía israelí El Al va a comenzar a operar la ruta Valencia-Tel Aviv con un vuelo regular, los jueves y los domingos, que unirá los dos puntos en cuatro horas.
El detonante de la línea, más que la peregrinación a Tierra Santa desde Valencia, es la gran demanda del mercado israelí y su interés en España, reconoce Walter Wasercier, director general de El Al para España. Entre los dos países se operan en este momento casi 900.000 asientos al año. El Al vuela a Madrid, Barcelona, Lleida, y en la temporada abril-octubre e Ibiza. «España es un mercado muy apreciado» y «las agencias israelíes han visto el gran potencial de Valencia y han apostado».
Pero la Comunidad también es un territorio emisor de turismo religioso y, de hecho, la ciudad del Turis acoge una de las pocas agencias especializadas en turismo religioso. Agencia Engrupo, con una facturación de 3,2 millones en 2014, tiene una trayectoria de dos décadas y, según explica en su web, ha acompañado a 7.300 peregrinos en más de 265 grupos, fletando 15 vuelos chárter a diferentes destinos, especialmente Tierra Santa, aunque Roma, Jerusalén, Jordania, Turquía o Grecia son otros destinos tradicionales del turismo religioso, con diferentes rutas. Las peregrinaciones a Lourdes son otra expresión de esta forma de viaje.
