No todas las consecuencias del estallido de la burbuja inmobiliaria y de la crisis económica han sido negativas. La fuerte caída de los precios de los últimos años y la rebaja de los tipos de interés han provocado que aquellos que en estos momentos pueden permitirse la compra de una casa -que, desgraciadamente, no son demasiados- deban realizar ahora un esfuerzo mucho menor del que se necesitaba en los años de bonanza. En concreto, si en plena expansión, en el año 2007, quienes contrataban una hipoteca en la Comunidad Valenciana debían destinar el equivalente al 52,9% del salario medio de la autonomía para pagar la cuota mensual, en la actualidad basta con el 24,5% de ese sueldo medio para satisfacer los recibos que pasa el banco.

Así lo reflejan las últimas estadísticas del Colegio de Registradores de Propiedad y Mercantiles, que aseguran que estos «niveles de accesibilidad históricamente bajos» son uno de los factores que están contribuyendo «a la dinamización del mercado inmobiliario», al reactivar la demanda local. De esta forma, esta caída del nivel de esfuerzo necesario habría contribuido de forma decisiva a que el número de viviendas vendidas en la provincia durante el año pasado se elevara casi un 11%, hasta sumar 26.863, de acuerdo con las mismas fuentes.

Como ya se ha citado, son dos los motivos principales de que los pisos sean ahora más asequibles para aquellos que tienen trabajo y se lo pueden permitir. Por un lado, está la notable caída que han experimentado los precios, lo que reduce significativamente el importe que los compradores necesitan pedir prestado a su banco. Si en 2007 la media se situaba en 132.664 euros, durante el año pasado la hipoteca media en la Comunidad fue de sólo 81.291 euros. Y eso a pesar de que en el último año el metro cuadrado ya ha empezado a subir con la recuperación del mercado.

Al mismo tiempo, las sucesivas rebajas de tipos del Banco Central Europeo para estimular la economía han desplomado los intereses que se pagan por esos créditos, incluso aunque las entidades hayan incrementado los diferenciales que aplican al euríbor. De esta forma, el interés medio que abonaron durante el primer año quienes se hipotecaron en 2007 fue del 5,18% -en 2008 llegó a subir hasta el 5,83%-, mientras que en 2015 sólo fue del 2,54%.

El resultado es que la cuota mensual de los primeros ascendía nada menos que a 756 euros, el equivalente al 52,9% del salario medio de la época. Por contra, los hipotecados en 2015 sólo abonaron de media 407 euros mensuales durante ese primer año, lo que supone sólo el 24,51% del sueldo medio actual en la autonomía, según los registradores.

Menos años para pagar

Este indicador de esfuerzo se habría reducido aún más de no ser porque los bancos han recortado en estos años el plazo al que están dispuestos a prestar el dinero, en un intento por reducir los riesgos que asumen. En pleno boom económico el crédito hipotecario medio llegó a rozar los 28 años de duración -se firmaron muchos préstamos a 30 y más años-, cuando ahora la media está en los 21, según los registradores.

Lo que no varía es que la Comunidad sigue siendo una de las autonomías donde la vivienda es más asequible para sus residentes. Así, en el conjunto del país los nuevos hipotecados deben destina hasta el 28,3% de sus sueldo mensual para pagar la casa, y la letra asciende a 536 euros, 129 euros más que en la autonomía.