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Presidente del Consejo General de Economistas de España

Valentín Pich: «La corrupción es un cáncer económico muy grave»

Llevamos una temporada en que las Bolsas no dejan de dar sustos, ¿cuánto hay de real en el temor a una nueva recesión global y cuánto de sobrerreacción?

Bueno, las Bolsas son importantes porque acumulan una parte significativa del ahorro de las familias y son también una manera de acceder a financiación por parte de las empresas, aunque también tienen muchísimo de juego. En cualquier caso, son un indicador de una realidad y es que hay muchos problemas para los que no tenemos una solución clara. Lo que reflejan esos vaivenes es que estamos ante una realidad económica y social nueva y hay cosas para las que no tenemos respuestas. Más allá de lo que todos conocemos [la caída del petróleo o las dudas sobre la economía china] lo que hay es un convencimiento de que las tasas de crecimiento que están encima de la mesa no son suficientes para limpiar la cañería de todo lo que hemos pasado y que hay muchos interrogantes. Por ejemplo, estamos en un escenario de tipos bajísimos, sin inflación, pero todos los países europeos tienen un déficit elevadísimo y no se sabe muy bien cómo va a evolucionar esa situación. Hay una sensación de que estamos en una situación inexplorada donde hay muchas incertidumbres.

¿Y en qué situación se encuentra España dentro de esta situación de incertidumbre?

Si me hubieran dicho en diciembre de 2014 que España cerraría el pasado año creciendo un 3,2% o 3,3%, habría asegurado que era imposible. Ahora, la información de que disponemos y los informes de coyuntura que están haciendo los bancos nos indican que vamos a seguir creciendo y creando empleo neto, aunque otra discusión son los sueldos de esos puestos de trabajo. Ahora bien, hay que tener las ideas muy claras porque cualquier despiste tiene repercusiones. Mire, uno de los éxitos de la política española durante los últimos 30 años es que siempre hemos tenido una dirección clara y, con la que cae, debería seguir siendo así.

Se refiere al momento de incertidumbre política que hay ahora, que seguimos sin Gobierno un mes y pico después de las elecciones.

Bueno, tampoco pasa nada. La democracia requiere de su liturgia y de su tiempo, y en todas las democracias occidentales tienen asimilado este juego. Lo importante es que, una vez superado este juego, surja un Gobierno con unas directrices claras, con sensación de permanencia y con unos objetivos claros. Si esto no se consiguiera, sí que puede tener repercusiones en la tasa de crecimiento económico y eso sí que afecta a las personas. Además, creo que todo el mundo tiene claro y está de acuerdo, más o menos, en las reformas que hay que continuar.

¿Cuáles serían?

Para empezar, hay que sentarse y ver qué ocurre con las pensiones y con la financiación de la Seguridad Social; también hay que abordar el encaje territorial o, más bien, el problema de la financiación de los gobiernos locales y autonómicos. También hay que pensar de qué forma podemos regenerar el papel de las administraciones, fundamentalmente el tema de la corrupción. Y, por último, hay que proponer reformas que permitan liberar la capacidad productiva de nuestra sociedad. Y esto es lo que esperan los que nos observan, que una gente con mayoría o minoría sea capaz de hacer esto. Habrá que buscar un gobierno estable y que continúe con estas reformas, con las que están claras.

A pesar de esto, usted ha señalado alguna vez que el principal reto de España es el paro. ¿Por qué no somos capaces de reducirlo al nivel del resto de Europa ni cuando crecemos?

La respuesta no es sencilla, no sé si nos han enviado una maldición (bromea), pero es verdad que siempre hemos tenido el doble de tasa de paro que la media europea, así que es un problema que habría que revisar. Por ejemplo, a mí se me ocurre que deberíamos abordar, con tranquilidad, por qué tenemos un impuesto sobre el trabajo tan elevado como es la Seguridad Social en un país con tanto desempleo. Ya sé que no es sencillo, porque la Seguridad Social también tiene un problema de déficit. Pero en un país con un 20% de paro no parece normal que tengamos una estructura de impuestos sobre el factor trabajo tan grande.

¿La reforma laboral ha sido beneficiosa o perjudicial?

No soy un experto en temas laborales pero me gusta escuchar a la gente que contrata y, si resulta que la Ceoe valora positivamente esta reforma, pues yo les escucho. Creo que ha introducido flexibilidad para las empresas y que da más seguridad jurídica. Si los que tienen que contratar lo valoran, me parece correcto.

En general, ¿los recortes que se han hecho durante la crisis eran necesarios o se nos fue la mano con la tijera?

Lo que a veces no recordamos es que España estuvo a punto de ser intervenida y, si hubiera sido así, lo razonable es que esto hubiera implicado una reducción de las pensiones como pasó en Portugal o Grecia, y una rebaja de los sueldos de los funcionarios. Se optó por una no intervención y un rescate bancario. Aún así hemos pasado de deber el 30% de lo que producíamos al 100%.

Es decir, ¿que considera que han sido positivos?

Entiendo que es difícil de entender y aún más cuando se ven ciertos temas de corrupción asumir esos recortes. Pero había que hacer recortes. Piense que la recaudación de nuestras administraciones públicas cayó de golpe un 30% o un 35%.

Ahora que la cita, ¿cómo ha afectado la corrupción a la situación económica?

La corrupción es un fenómeno común con el que convivimos en todos los países y es un cáncer económico muy grave. Si resulta que las administraciones gestionan prácticamente el 40% del PIB, imagínese lo que puede significar una mala gestión. Además, todo lo que sea perder la complicidad de las administraciones con la ciudadanía tiene efectos económicos y sociales gravísimos. Porque la mayoría paga sus impuestos pero, si ve que los políticos los malgastan, ya pueden poner inspectores de Hacienda. La corrupción tiene unos efectos morales que también son económicos y en España nos ha venido de golpe. Pero hay una cosa que se habla poco sobre la corrupción y es que el sistema judicial actúa. Somos un país que ha sido capaz de llevar a dos miembros de la Familia Real al banquillo y también hay muchos políticos con problemas judiciales.

¿Por qué han fallado los mecanismos de contención?

Bueno, hay que tener en cuenta que estamos en el Sur de Europa y que hemos tenido un crecimiento demasiado brusco y nos hemos comportado como nuevos ricos. Tu percepción del dinero no es la misma si has hecho una evolución natural, progresiva, que si te viene de golpe y eso es un poco lo que nos ha ocurrido. Éramos una sociedad muy poco exigente con el dinero público y ahora hemos descubierto lo que en los países anglosajones tienen claro desde hace mucho tiempo: que cualquier juerga o exceso, lo paga alguien. Al menos, una de las ventajas de esta crisis es que ahora los ciudadanos, cuando hablan con un alcalde, le preguntan del presupuesto y le preguntan lo que gana, cosa que hace unos años no ocurría.

Antes comentaba usted que hay que resolver todavía el encaje del estado autonómico, ¿en qué sentido?

Yo creo que somos un estado federal aunque en la Constitución no esté recogido con esa terminología. Y creo que, temas identitarios aparte, que no me corresponde juzgar a mí, es evidente que la financiación de las administraciones requiere una revisión. Lo normal es que en un estado federal sepas qué parte de tus impuestos van al Gobierno central y qué parte va a tu estado y eso aquí no está claro. Tiene que quedar claro qué es lo tuyo y qué es lo mío.

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