Frente a las advertencias que han llegado estos días desde la mayoría de sedes bancarias y empresariales del país, el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu, se mostró ayer muy tranquilo sobre la actual situación política en España y restó importancia a los posibles efectos que las dificultades para formar gobierno pueden tener en la economía. «Por el momento, la situación política no ha perjudicado en nada a la actividad», aseguró rotundo Oliu, quien aventuró que el PIB crecerá este año en la línea del 2,7% que pronostican la mayoría de organismos internacionales.
Así, el banquero catalán reconoció que «hay incertidumbre y si se prolonga en exceso puede ser un problema pero, por el momento, estamos dentro de la normalidad en un país democrático». «En el peor de los casos -continuó- habrá nuevas elecciones y se alargará otros tres meses», dijo Oliu.
Del mismo modo, también rechazó que las sacudidas que está provocando la caída del precio del petróleo en los mercados puedan acabar derivando en una nueva recesión, al menos en España. Así, destacó que, frente a los posibles efectos adversos de este desplome del crudo -como las pérdidas en el sector petrolero o la bajada de las exportaciones hacia los países productores-, «un petróleo barato es principalmente beneficioso para la economía española». Sobre todo, porque dejará más renta disponible a las familias y se espera que el consumo sea el motor del crecimiento de este año.
En otro orden de cosas, y cuestionado sobre las presiones del Banco de España para que se produzcan nuevas consolidaciones en el sector financiero, Josep Oliu señaló que, en estos momento, la entidad «no contempla ninguna fusión». Tampoco quiso entrar a valorar si las exigencias del supervisor en este sentido eran adecuadas o no: «Sus razones tendrá», zanjó la cuestión.
Reacio a cualquier tipo de pleitos, el banquero catalán también descartó que la entidad se sume a las querellas que se preparan contra Bankia. Oliu señaló que, aunque el Sabadell participó en la salida a Bolsa de la entidad, ya vendió su participación y no tiene interés en reclamar. «Muerto el perro, se acabó la rabia», sentenció.
