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Los impuestos se llevan más de la mitad del coste de los carburantes

Es la eterna discusión. ¿Trasladan las petroleras toda la caída del precio del crudo al coste de la gasolina o aprovechan para lograr más beneficios? El propio ministro de Industria, José Manuel Soria, denunciaba al comienzo del año pasado que las compañías había aumentado hasta un 5% sus márgenes aprovechando el descenso del barril durante el ejercicio anterior pero, a día de hoy, lo cierto es que la mayoría de firmas del sector se están viendo obligadas a reducir sus inversiones y a despedir plantilla por la caída de ingresos que les supone esta situación. En cualquier caso, en lo que sí tienen razón las petroleras es en la dificultad de que el consumidor final vea la correlación entre el precio del crudo y el del gasóleo cuando son los impuestos los que marcan más de la mitad del precio final en las estaciones de servicio.

Por ejemplo, en un surtidor donde el litro de este combustible cueste 97 céntimos, sólo 26 pueden atribuirse al coste al por mayor del producto. Otros 15 céntimos se van en los costes de distribución, donde se incluye el margen de la gasolinera, y dos céntimos son la ganancia del mayorista. Los otros 54 céntimos, el 55,5%, se corresponden con el IVA y el Impuesto Especial de Hidrocarburos. En el caso de la gasolina aún es peor, porque los tributos y gravámenes se llevan hasta el 58% del precio que aparece junto al surtidos, según los cálculos de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos.

A esto hay que unir que la devaluación del euro también ha amortiguado la traslación de la bajada del crudo a los mercados europeos. Por todo eso, aunque el petróleo se haya abaratado un 75% desde junio de 2014, el gasóleo sólo ha bajado un 29%.

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